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Astrid Rodríguez contagia el “Virus de amor”

Karla Gómez

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas

Astrid Rodríguez, ve todo con ojos de fotógrafa. Siempre ve la luz y las sombras, “hay belleza en ambas, en mis luces y sombras, eso es vivir”. Ha trabajado temas que hablan del ser humano, en especial de las mujeres. Desde niña, le ha gustado el arte de obtener imágenes. Su padre fue ingeniero agrónomo, sin embargo era amante de la fotografía, ya que siempre documentaba su vida personal y profesional. Así que su primer encuentro e interés por la fotografía, fue a través de Fausto, su padre.

Sin embargo, esta cuarentena la ha permitido redescubrirse como fotógrafa y creadora: “La fotografía es parte de mi vida y en esta cuarentena he hecho fotografía casi diariamente. Es mi medio de expresión, en el que me siento más cómoda y segura de decir lo que quiero, lo que siento, lo que me mueve”.

Durante su confinamiento a causa de la pandemia de la Covid-19 ha estado escuchando música: “Soy melómana, así que la música con o sin confinamiento es parte de mí”, aclara. También hace yoga todos los días una hora diaria. Practica el ukulele y disfruta la compañía de su familia y de su perro, a quien considera como su tercer hijo, confiesa entre risas.

Asimismo, elabora el proyecto “Virus de amor”, que inició el 20 de marzo y comparte en la cuenta de Instagram @azzrodriguez, con el hashtag #virusdeamor_proyecto. A la fecha han participado 93 personas. Aclara que cuando esta cuarentena termine y comencemos a salir en una nueva normalidad, el proyecto tendrá otro sentido y lectura, “al final se convierte en un documento histórico”.

La fotógrafa refiere que el proyecto es un ejercicio de retratos, autorretratos y videos, que surge desde la necesidad muy personal de hablar con familiares y amigos que se encuentran en diferentes ciudades del país, del mundo. Mediante esta actividad, se entera cómo están y cuál ha sido su reflexión acerca de esta pandemia, que ha puesto en pausa a la humanidad.

“Uso como medio un celular y a través de una video llamada nos ponemos en contacto. Al final nos hacemos un retrato mutuamente, yo con mi cámara y ellos con una captura de pantalla, convirtiéndose una especie de doble retrato/ autorretrato, que son acompañados de un texto-reflexión sobre lo que está ocurriendo a nivel mundial en estos días, acompañado de la fecha y el nombre del lugar en donde ellos se encuentran viviendo su cuarentena”, comparte la entrevistada sobre el proceso de esta actividad que hace.

La tecnología, comenta, es una herramienta poderosa y efectiva, que permite acercar a todas las personas que se encuentran lejos. Por tanto, este ejercicio le permite un abrazo virtual, y de un acto privado, de un encuentro virtual entre dos personas, lo convierte en un acto público en sus redes sociales: “Un acto que genera reflexión, acompañamiento, empatía, amor: virus de amor”.

La autora de los proyectos fotográficos: Retratos del Alma, Rojo Tenejapa, Marea Roja, La vida es un Escenario, resalta que hoy en día todos, absolutamente todos, hacemos fotografía: “La imagen es importante en nuestra cotidianidad, si una imagen nos llama la atención, leemos el contenido. Me atrevo a decir que hoy en día muchas personas desafortunadamente leen menos y ven más imágenes. Pero creo también en que la imagen debe de ser cuidada, analizada, reflexionada”, apunta.

Con la actividad de retratar a distancia, se ha permitido aceptar esos ejercicios donde no importa tanto el retrato perfecto, sino más bien el contexto: “He tenido que aceptar y entender que la parte de un retrato súper nítido, enfocado y perfecto a distancia a veces es imposible, pues no tiene que ver conmigo, sino con la luz y el internet. He controlado esa frustración y he visto también lo bello de las fallas de la tecnología y el internet y, aún en esas fallas de retratos pixeleados o difusos, hay perfección e información”.

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