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Bañuelos, una conciencia colectiva

Oscar Wong

Ciudad de México

El miércoles 29 de marzo del 2017 falleció Juan Bañuelos, integrante de “La Espiga Amotinada”, un grupo de poetas que postulaba una propuesta lírica surgida de una fuente común: la exaltación, la ira y la subversión de los cánones literarios.

Es el segundo “espigo” que parte a la dimensión espiritual: el 17 de septiembre de 2015, Eraclio Zepeda murió en Tuxtla Gutiérrez.

Charlas y anécdotas se eslabonan para evocar su figura. Sin embargo, dejo atrás al ser humano para hablar del poeta y, brevemente, de su actividad profesional.

Diferentes entre sí, los “espigos” surgen como un grupo político-literario en una etapa crítica para el país, sobre todo si se recuerda la huelga ferrocarrilera en 1958, con Demetrio Vallejo a la cabeza y que hizo coincidir, políticamente, a José Revueltas con estos escritores.

Vale resaltar, además, el movimiento magisterial y el asesinato de Rubén Jaramillo, como otro parámetro histórico para comprender la importancia de esta corriente literaria. Eraclio Zepeda, Óscar Oliva y Juan Bañuelos, además de Jaime Labastida y Jaime Augusto Shelley, conformaron este grupo.

Para Juan Bañuelos (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, octubre 6 de 1932-Ciudad de México, 29 de marzo de 2017), la poesía responde a las necesidades de la colectividad como principio irreductible. Acaso por lo mismo el título de su primer libro sea un indicador: “Puertas del mundo” (1960).

El mejor Bañuelos es el que canta el sentimiento mismo del hombre, el que observa a la humanidad desde su perspectiva amorosa. Quiero insistir en el aspecto amoroso del autor de “Espejo humeante” (1968), soslayado por la crítica.

Bañuelos es, por supuesto, un ser sensible que busca reflejar la realidad a partir de las herramientas que tiene a la mano: su conciencia de hombre y su voz de rapsoda. También es un cronista cuya bitácora lírica va describiendo ritmos y sensaciones, circunstancias y acontecimientos. Las voces de la historia van de la mano de los mitos indígenas. Evocación, deslumbramiento, entonación sacra, incluso en la conciencia colectiva que es su poesía.

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