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Danza y yoga, el cuerpo desde el cuerpo

Excélsior

Desde hace varios años, el entrenamiento de una buena parte de los bailarines incluye hacer yoga. Tradición milenaria que no se restringe a la fiscalidad, al día de hoy es incluso materia que se imparte en las principales escuelas de danza y quienes la enseñan, en algunos casos, se han certificado y creado sus propias metodologías para darle diversos niveles de complejidad.

Para Nohemí González, certificada como master del linaje Yoga Yoghismo el proceso es al revés. La también sicóloga Gestalt e instructora a nivel internacional de yoga y danza, desde Tijuana, Baja California, señala a Excélsior que el proceso es a la inversa “no busco la técnica, ni la fisicalidad, sino que la danza sea la entrada a profundidad hacia la filosofía del cuerpo”.

De esta manera, realizar las diferentes posturas del yoga y sus secuencias de movimiento implica, entender y vivir la danza sabiendo a exactitud la energía potencial y cinética que debe de invertirse, para dejar atrás automatismos y vivenciar entonces la dimensión cualitativa de tener un enfoque preciso sobre uno mismo. Es decir, el estar presente en cada uno de los momentos de la vida y aprender que el manejo de la respiración permite saber cómo y cuándo interaccionar energéticamente con los otros.

Con la perspectiva de vivir lo transpersonal, para la especialista es fundamental no limitarse a buscar fuerza o flexibilidad, sino concebir el cuerpo desde el cuerpo, en el entendido que, eso sólo se logra desde el presente, desde la atención en el aquí y ahora y no a partir del yoga casi circense y en algunos casos bajo lógicas absurdas que se avalan como marcas comerciales.

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