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El imaginario hecho crónica, por Emmanuel Grajales

Karla Gómez

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas

El imaginario, de Emmanuel Grajales Clavel, becario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (Pecda), se conforma no solo de experiencias personales o de lecturas, sino de la recreación de su entorno por medio de la inspiración en diversos objetos.

Por ello, en el trabajo “Confesiones de Imaginarios: crónicas de la primera década del siglo XXI” describe en nueve crónicas su infancia -de las cuales aún lleva seis- la de su generación y los nacidos en los noventas. Asimismo, trata de explicar cómo los medios masivos y la cultura pop, permearon las percepciones de la realidad y aspiraciones que chocan con los ideales y tradiciones de una cultura local.

En entrevista, informa que uno de los objetivos es bosquejar momentos determinantes de la infancia, de su genealogía tanto del lado paterno y materno, los antecedentes históricos y culturales que han llevado a este momento actual, “todo esto para desarrollar en un futuro diversos textos narrativos, que logre conjugar todo lo anterior”.

En tanto, enlista algunas temáticas que integran la propuesta desarrolladas por medio de los juegos infantiles producto de la época, como los ‘tazos’ y los trompos, con sus implicaciones sociales. Así como los notorios cambios de la imagen urbana de la ciudad.

“Como la idealización de ciertos espacios y las interpretaciones que les di en mis años de infancia. Uno de esos ejemplos fue Convivencia Infantil, al que concebí como una equivalencia de Disneyland. Por supuesto está la influencia de la cultura pop contra la cultura local: con las generaciones anteriores, vienen aferrándose”, destaca.

Algunos de los textos realizados por el autor son: “El Amigo”, donde retrata los recesos suscitados en la Escuela Primaria David Gómez, a través de un vendedor ambulante que incrustó muchos productos famosos a principios de los 2000; “El abismo y sus temores”, reflexiona sobre el mar y el espacio; “Maquetas” retrata la idea que muchos foráneos o chilangos tenían de Tuxtla Gutiérrez como un ‘pueblucho’; en “Laberintos”, aborda la vida en el norte de la ciudad, poco explorada por los cronistas locales; “Apocalipsis”, donde exhibe el temor y supersticiones del supuesto fin del mundo; y el “Panbol”, trata de comprender el fenómeno del fútbol soccer en la sociedad mexicana y chiapaneca.

El también reportero cultural, añade que la crónica no sólo le permite desarrollar sus vivencias personales (una especie de No Ficción) “por medio de un lenguaje coloquial y una narrativa descriptiva tanto de personajes y lugares, además de manifestar mis percepciones en ellas”.

Más bien, aclara que el género trastoca a la narrativa, poesía y ensayo: “En este último tiene semejanzas, ya que puedo desarrollar ciertas críticas o comentarios de cada una de las épocas que venido retratando en mi proyecto Pecda”.

A Emmanuel, la crónica le atrajo por sus capacidades comunicativas y debido a sus incursiones en diversos talleres literarios de la zona.

“Trastoca la historia, la literatura y el periodismo, siendo un ornitorrinco de estas disciplinas, tal y como lo ha afirmado Juan Villoro. Sus cualidades como género me permitieron expresar muchas de mis inquietudes, que otros en géneros no pude hacer. Además, debido a mi repentina colaboración en ciertos medios impresos, su estructura fue muy factible para mejorar mi escritura notoriamente”, puntualiza.

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