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Llevan ‘Cronotropo’ a formato digital

Karla Gómez

?Tuxtla Gutiérrez, Chiapas

?A primera vista, todo parecía igual a la versión del formato tradicional de Cronotropo de Laura Jiménez Abud. La misma musicalización de Guillermo Ruíz Long; la escenografía desde el espacio autogestivo de Telar Teatro: un nylon blanco cubriendo el escenario, un refrigerador, utensilios de cocina (sartén, cuchara, cuchillo y un afilador) y una parrilla. Pedro (Carlos Ariosto Alonzo) está parado sobre un banco, lanza un grito, estira ambos brazos.

?Luis (Ulises Soto) está agachado en el banco, posteriormente se levanta, permanece de pie, con los brazos mueve el objeto de madera al ritmo y velocidad de los diálogos, como si se tratara de un objeto volador no identificado.

?-Sabían que mirar al cielo, es como viajar en el tiempo, es en serio, la luz del sol tarda ocho minutos en llegar al planeta tierra. Entonces, la imagen que vemos de él, en realidad es la imagen de lo que el sol fue hace ocho minutos… Con esta frase, Pedro inicia el montaje hablando sobre las particularidades del universo. Habla del sol, para luego hablar de Luis, su eje, su propio universo.

?Pedro, de una complexión rígida y seria, aparentemente mayor de edad, se enferma con las palabras, estaba obsesionado con los marcianos, soñaba con ser astronauta pero lo ataron a la tierra y, él ató al amor o lo que creía que era el amor, en una persona que intercambia cariño por unas monedas. Luis, jovial, aparentemente más dinámico y extrovertido, remite al quehacer de la prostitución en los hombres, que, como él, saben combinar los placeres con el negocio.

?A medida que la escena transcurre, Pedro pregunta si quieren saber lo que realmente ocurrió: una noche que inició semanas antes… Cronotropo es una obra que inicia en presente y retrocede hasta acercarnos al momento del accidente universal. Ambos personajes, muestran los contrastes de dos personas que coinciden y dan la lectura de una relación tóxica y codependiente entre dos hombres; que en su conceptualización está lleno de matices, como control, compañía y deseo. Ofrece un subtexto de la escenificación sobre el olor del espacio, con el olor del amor, mismo que para esta ocasión lo sensorial de la propuesta digital se limita a la imagen de la carne fritada en la última escena, alejados de la posibilidad de que los espectadores sientan el aroma de Luis, como ocurre en el formato tradicional.

?En esta nueva intención teatral acercada a un lenguaje más visual, para la presentación al Anti Festival, los elementos del universo del montaje tradicional no fueron modificados, solo la forma de cómo se presentó. La cámara del dispositivo móvil se convirtió en un personaje-espectador con dimensiones de la cámara que proyecta imágenes cerradas y horizontales, manipuladas por el director escénico Darwin Castillo, que otorga imágenes en primer plano, de manera frontal y diagonal. Con esto, el espectador y la espectadora pasaron a ser un testigo del desarrollo de la dramaturgia. Traspasaron los límites de las butacas y subieron al proscenio, con ellos.

?Sin embargo, algunas imágenes fueron minimizadas por la luz de la lámpara que caía sobre los rostros de los actores, la cual emitía una imagen quemada o difusa. Pese a ello, lo interesante es resaltar el proceso creativo de un montaje que intentó apropiarse de este nuevo lenguaje, que adaptó un producto ya establecido en un formato digital, sin restarle su esencia y corporalidad dramática.

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