Dr. Jorge Alberto Rincón Acebo
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas
Cualquier pretexto es bueno para desestabilizar. ¡Duda! Analiza quién lo hace, cuando antes, a través de su silencio, se hizo cómplice de abusos; y en el afán de culpabilizar, señala de no actuar con prontitud al presidente López Obrador. Los observadores lo tachan de ineficiente y un interlocutor me expresó: “Es que todos los gobiernos del mundo sí fueron responsables, ¡menos él!”.
¡No actuaron hasta avanzado marzo! Boris Johnson, en la Gran Bretaña, hasta el día 20 suspendió bares y restaurantes; Italia, el 10; España, hasta el 15 declararon confinamiento hogareño. Estados Unidos cerró sus fronteras, pero no se ha declarado en fase 3; en Europa no se declara aún la fase 4, de resucitadores para el paciente recuperable. ¡No actuaron con prontitud! Alemania, con una alta tasa de contagiados, 5° país con más infectados: 63,269 y sólo 560 muertos, contuvo la expansión al ampliar las pruebas a la población contacto y así reducir la posibilidad de contagio.
En todos los países, el ciudadano sabe de la epidemia sin cuidarse. Es necesario puntualizar que el cubre bocas permite parar al virus, impidiendo cuando hables, que tu saliva se esparza.
En contraparte, Suecia y Brasil siguen con la vida normal, con la premisa de que el virus, aunque se expande con prontitud, posee una mortalidad inferior que el H1 N1.
En seis meses se sabrá cuál es la diferencia entre las medidas restrictivas y en las que permanece el comercio y las escuelas en funciones. Suecia, que es un sociedad pequeña con 10.12 millones en 2018, entrada en años, en clima frio y con educación; Brasil es un pueblo con sobrepoblación: 209.3 millones y carencias higiénicas sanitarias, con clima cálido hasta otoño.
¡Investigue! Los gobernantes mundiales no son responsables de la expansión de las pandemias. La salud personal es responsabilidad individual. Si deseamos culpar a alguien, es a la ignorancia cultivada, a la autodestrucción al deteriorar su salud, a la mansedumbre de aceptar como cierto lo falso y al lapidar a la cruda verdad.
