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Reconocen a Carmelita Yáñez, fotógrafa chiapaneca

Karla Gómez

?Tuxtla Gutiérrez, Chiapas

?¿La fotografía es Yáñez, o, Yáñez es fotografía?, se le pregunta a Carmelita Yáñez, quien minutos antes de ser entrevistada, sostenía un arreglo floral que le entregaron como muestra del cariño y admiración que le tienen por su trayectoria en la fotografía chiapaneca.

?“Yáñez es fotografía. Los Yáñez traen la fotografía en la sangre; es una tradición artística de 140 años. Somos cinco generaciones de fotógrafos”, dice con seguridad y entusiasmo, la artista que retrató a diversas familias desde l950 hasta 1995, y quien, del Consejo Estatal para las Culturas y las Artes (Coneculta-Chiapas) recibió un reconocimiento por su trayectoria visual. Esto, previo a la inauguración de la exposición del Encuentro Fotográfico Luz de la Sur policromía lúcida, en la Galería del Teatro de la Ciudad “Emilio Rabasa”.

?Carmelita, adquirió el nombre de su familia materna. Creció entre las cámaras. A los 16 años se inició en este oficio, aprendió sobre retoque, iluminación, aspectos que su padre Enrique Yáñez Cruz le enseñó, para que ella se convirtiera en una fotógrafa profesional. Cuando ella aprendió ya no contaba con un estudio, sin embargo su papá le transmitía sus conocimientos como lo hizo con sus hermanos. Don Enrique vio que ella tenía esencia para realizar retratos, por lo que, también le trasfirió ser sensible, equilibrar la luz, los colores, los contrastes, la armonía y encontrar el momento exacto para capturar.

?Para la nieta de Nábor Yáñez —quien retrató a diversas familias chiapanecas — “en cada foto que hace uno está la chispa, el sentimiento humano que se transporta en papel”. Por ello recordó que, pese a que todos tenemos cuerpo, ojos, piel, en cada fotografía hay que plasmar el espíritu y la esencia, “es algo que también convive en nuestra mente y corazón. Al ver la imagen nos eleva, nos gusta y la gozamos; es encontrar y sacar el fondo de su espíritu, la alegría, la luz y el amor”.

?Aunque no exista un número promedio de cuántas familias retrató o cuántos negativos tiene, comparte que en este andar de la cámara análoga también le ocurrieron una serie de peripecias que han quedado como recuerdo y experiencia. Como a su abuelito Nábor, a ella también se le dio la fotografía, aunque refiere que su abuelito era un impresor-grabador, lo que hoy se conoce como diseñador gráfico; así también, arreglaba el reloj del Palacio, según cuentan las publicaciones del periódico La Brújula, en donde imprimía.

?Pero algo ocurrió entre 1873-1875: mediante la enseñanza de algunos extranjeros -que pudieron ser alemanes o estadounidenses- él aprendió a manejar la cámara y a bombear en la sangre de los Yáñez el gusto por la luz, por la imagen, por este oficio que ha llegado a nietos y sobrinos nietos.

?Carmelita Yáñez destaca que este reconocimiento es también para los Yáñez que ya fallecieron y a quienes tienen esta herencia gráfica: “Ya cumplí con la tarea que nos dejaron nuestros padres, vienen ahora nuestros nietos, y los sobrinos nietos. Sigue la dinastía Yáñez en acción”.

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