Karla Gómez
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas
Según la tradición, antes del 2 de febrero, Día de la virgen de la Candelaria, se realiza la ‘Nacida’ y la ‘Sentada’ de niño. Cada núcleo familiar se reúne para entonar cánticos y rezos, puesto que esta veneración inició en el siglo XVI y se incluyó a la cultura con elementos prehispánicos, según se da a conocer en una publicación de México Desconocido.
Sin embargo, a la fecha existen familias que tienen en el altar esculturas de niños Dios, con más de cien años de existencia, dejando ver el detalle de los acabados y la resistencia del material con el que fueron elaborados.
Esta práctica continúa, pese a que Chiapas ocupa el primer lugar en menos población católica, seguida de Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán, como se informa en WRadio. Y es que de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía, existen 2 millones 796 mil 685 personas que profesan la religión católica. Por tanto, se estima que en los hogares censales donde el jefe(a) es católico, 92.7% de los integrantes de ese hogar comparten esta creencia religiosa.
Esta práctica heredada por los cabezas de familia, se sigue realizando por los hijos o nietos, quienes de acuerdo a la fecha, deciden realizar la ‘Nacida’ y ‘Sentada’ de niño, lo cual se convierte en un momento de compartir amor.
Eso ocurre con Emilia Ponce Aguilar y María Elena Vázquez Hernández, quienes celebraron hace unos días la ‘Sentada’ de niño. La actividad les permitió reunirse con los suyos, pero también continuar con una práctica cultural que les fue heredada.
En un altar grande, fueron colocados alrededor de seis niños, entre ellos se encuentra uno que tiene cien años de existencia, heredado por su abuelo paterno, Rodulfo Vázquez. Así también, cada uno lucía una vestimenta diferente, como el de Niño de Atocha elegido por la madrina, quien de acuerdo a su devoción y fe decide qué vestimenta va a portar la imagen.
Las cuñadas repartieron velas, luz de bengala y dulces, aunque aclararon que en años anteriores no se daban los caramelos en bolsitas, sino más bien se repartían en una charola.
“Lo que nos gusta de esta celebración es la convivencia familiar que tenemos”, puntualizan.
