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Agencias

Diario de Chiapas

El Clásico del silencio se convirtió en el Clásico del VAR. Un leve agarrón de Clement Lenglet a Sergio Ramos hacia la derecha acabó con el central andaluz tirándose hacia la izquierda. Se levantó entre aspavientos, obligó al árbitro a consultar el VAR y ante la sorpresa azulgrana señaló el colegiado el punto de penalti. Gol, 1-2 y triunfo del Real Madrid en el Camp Nou por 1-3 con el gol final de Luka Modric.

Si en la primera parte no quiso saber nada el árbitro de una caída de Lionel Messi en el área ante Casemiro, en la segunda fue al monitor a comprobar otra jugada en el área blanca. La diferencia acaso fue esa. Definitiva en el resultado final y que, seguro, dará que hablar.

Si avisó en la previa Ronald Koeman de la trascendencia de Ramos en los esquemas de Zidane fue por algo. Quizá debiera haber avisado con mayor énfasis a sus jugadores de la necesidad de no hacer un marcaje tan intenso, con los brazos y agarrones, al capitán blanco, que sacó petróleo de una jugada que probablemente habría pasado inadvertida en cualquier otro partido.

Con justicia o sin ella, el Madrid se llevó tres puntos que sin ser, para nada, decisivos en la pelea por el título sí le significaron un colchón de paz a Zizou, puesto en duda tras dos derrotas consecutivas y que se mantiene invicto en el Camp Nou.

Al Barcelona le penalizó su falta de acierto en los últimos metros después de un desempeño muy destacado en todas las zonas del campo. Respondió con prestancia al 0-1 de Federico Valverde con el empate casi inmediato de Ansu y dio paso a una media hora inicial de toma y daca constante, casi sin juego en el medio campo, con idas y venidas continuadas en las que Thibaut Courtois primero y Neto después evitaron que se rompiera una igualada que, por juego, mereció el equipo de Koeman.

Más posesión blanca y mayor intensidad azulgrana, los de Zidane supieron acabar con solvencia el primer tiempo, durmiendo el juego y dejando para la continuación una sentencia que, visto lo visto, podía caer de cualquier lado.

Poco se imaginaba nadie lo que vendría después.

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