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Indígenas, víctimas de explotación en el siglo XXI

Editorial:

 

Indígenas, víctimas de explotación en el siglo XXI

Si se considera la posibilidad de concentrar cuanto se ha invertido en discursos y en programas de atención a los pueblos indígenas, tendríamos un saldo enorme, pero en contra, todos estos recursos han sido gastados sin ninguna consideración y la situación sigue siendo la misma.

Los indígenas tal y como son denunciados por un grupo de otomíes siguen siendo explotados, les pagan bajos salarios, avasallados políticamente al extremo que ha habido casos, como sucediera en Chiapas, que su representación la asumiera gente no indígena, socialmente, son marginados y en las dependencias casi se les considera “menores de edad”, no entienden muchos funcionarios federales el pensamiento y la conducta indígena y los quieren seguir tratando con tal paternalismo que ni siquiera les permiten disponer de algunos fondos económicos destinados por la federación para atender sus necesidades.

A 529 años de la llegada de los europeos a América, las comunidades indígenas siguen siendo víctimas de despojo, explotación e intentos de exterminio, pero en ese contexto difícil, los pueblos originarios también han sido capaces de avanzar en la unión de las luchas contra el modelo capitalista.

Así lo afirmaron los participantes en un foro realizado por la comunidad otomí en la Ciudad de México, quienes de esta forma conmemoraron el primer aniversario de la toma del edificio del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) y los 25 años de la formación del Congreso Nacional Indígena (CNI).

Los participantes colocaron un templete y sillas sobre avenida México-Coyoacán para llevar a cabo el foro, en el cual también participaron activistas y luchadores sociales vía remota, entre ellas María de Jesús Patricio Martínez, conocida como Marichuy, quien forma parte de la gira zapatista por Europa.

“En la Europa de abajo y a la izquierda se organizan para luchar contra proyectos de muerte que también aquí tienen. El capitalismo está acabando con nosotros, pero lo que nos hace fuertes es estar juntos, tejer otras luchas y reflexionar sobre lo que nos está matando”, señaló la vocera del Concejo Indígena de Gobierno y el CNI, en medio de aplausos.

Por su parte, un representante de la organización Pueblos Unidos de la Región Cholulteca y Los Volcanes, que el pasado 22 de marzo tomó las instalaciones de la compañía Bonafont en el municipio poblano de Juan C. Bonilla, denunció que las comunidades indígenas continúan enfrentando un escenario de “exterminio” por parte de empresas y gobiernos.

“A 529 años del inicio de la guerra (de Conquista), seguimos resistiendo. Es la misma lógica de despojo y explotación la de quienes hoy protegen a empresarios y consideran ‘razonables’ estas políticas. Los pueblos nos organizamos para escuchar las voces de quienes desean vivir en paz y decidimos que Bonafont no sacaría una gota más de agua”, subrayó.

Como parte de la jornada, los ocupantes de la sede del INPI anunciaron de nuevo que el inmueble será rebautizado como la Casa de los Pueblos y las Comunidades Indígenas “Samir Flores Soberanes”, en homenaje al campesino y activista asesinado el 20 de febrero de 2019 en Amilcingo, Morelos.

En las actividades participaron vecinos de los Pedregales de Coyoacán, Tecámac y del Pueblo de Xoco, además de organizaciones como la Coordinación Metropolitana Anticapitalista y Antipatriarcal, entre otros.

En Chiapas todavía hay rezagos en materia agraria y conflictos políticos entre pueblos por intereses que se han incrustado en las comunidades y que piensan que enfrentándose van a resolver el problema.

Otras expresiones de esta resistencia son los bloqueos carreteros, y en las entradas y salidas de los pueblos.

Mas de un experto considera que se debe otorgar el poder a las comunidades para resolver los conflictos y problemas como mejor lo consideren, desde luego sin violencia, mediante el diálogo al que permanentemente convoca el presidente Andrés Manuel Lope Obrador y el Gobernador Rutilio Escandón Cadenas.

Desafortunadamente en este desorden que esta focalizado en la región indígena, están presentes intereses que no son precisamente de los indígenas.

Se hace fundamental encontrar una mecánica y una formula de gran contenido social y humano para hacer recapacitar a los grupos indígenas confrontados, que la violencia y la venganza no es el camino para alcanzar la paz.

Se necesita con urgencia que primero haya conciliación y paz para que el gobierno federal y estatal puedan elaborar junto con las comunidades un plan de inversión que facilite el desarrollo, el trabajo y el empleo, principalmente en el Estado de Chiapas.

En la entidad chiapaneca poco a poco las cosas están agarrando la normalidad, pero en algunos pueblos se resisten a ceder y conceder para que todos salgan ganando en un acuerdo que garantice esencialmente el fin de la violencia y el inicio de un proceso de paz.

Solamente de esta manera los indígenas, podrán cambiar el esquema de explotados en que han estado viviendo.

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