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Les hemos fallado a los niños

Editorial

Les hemos fallado a los niños

Así como el nacimiento de un bebé es motivo de alegría y felicidad, el Día del Niño debería ser para celebrar. Celebrar su existencia, su bondad, su inocencia, sus muestras de cariño y porque cada día nos regalan enseñanzas de que la imaginación y los sueños son un gran motor para vivir en plenitud. Pero les hemos fallado.

En México, hay millones de niñas y niños que no pudieron celebrar su día porque viven en la pobreza o en territorios copados por la violencia. Más de tres millones de ellos realizan trabajo infantil y alrededor de 3.6 millones abandonaron la escuela en el ciclo 2020-2021.

En 2018, menos del 20 por ciento de menores de un año contaban con el esquema completo de vacunación. De igual forma, su nutrición y desarrollo están comprometidos, pues de cada cinco niños menores de cinco años uno presenta desnutrición. Además, en los últimos años incrementó de manera alarmante la tasa de orfandad por diversas causas, pero especialmente por los aumentos en los feminicidios y homicidios y, ahora, por la pandemia.

Existe un dato todavía peor. México es una nación extremadamente peligrosa para los infantes. Tan solo el año pasado, cinco niñas, niños y adolescentes fueron asesinados todos los días y hubo en promedio nueve feminicidios de niñas y adolescentes cada mes.

Por si la deserción escolar, la malnutrición y la pobreza en que viven millones de niños en el país no fuera algo ya bastante grave, la matanza de niños y adolescentes por la violencia criminal viene a ser un asunto que exhibe el nivel de indiferencia del gobierno mexicano por proteger la vida de la población infantil. Y en el sexenio actual la situación ha empeorado.

La masacre de niños durante la llamada Cuarta Transformación comenzó el martes 4 de enero de 2019 con Camila, de 9 años. Su cuerpo sin vida fue encontrado en las inmediaciones del Valle de Chalco. Estaba desaparecida desde un día antes. Según reveló el padre, la pequeña había desaparecido a eso de las cinco de la tarde y la encontraron alrededor de las cuatro de la mañana del día siguiente. Fue agredida sexualmente y luego asesinada. Quien la mató fue un familiar, que la estranguló.

Los infanticidios siguieron todo el año. De acuerdo con informes oficiales, entre enero y septiembre fueron asesinados 796 menores. Las investigaciones de la activista María Salguero reportaron que a lo largo de ese mismo año hubo 263 feminicidios de niñas en todo el país.

Hay que añadir que ese mismo 2019 hubo 11 mil 500 denuncias por violación. Si consideramos que solo una de cada diez agresiones de este tipo es denunciada ante las autoridades, entonces hablamos de que ese año en México pudieron ocurrir al menos cien mil violaciones.

Desde que Felipe Calderón inició la guerra contra los cárteles de la droga, en el país se han registrado más de 20 mil asesinatos de niños. Algo también alarmante es que a pesar de que se tiene conocimiento de los homicidios de infantes y las razones que los provocan, la tasa de impunidad es de 97 por ciento y, si los delitos son sexuales, sube a casi 100%.

Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), lleva tres sexenios sumando las cifras y diciendo a los cuatro vientos que el problema es grave, pero nadie lo escucha en Palacio Nacional. Dice que nadie del gobierno de López Obrador lo atiende, que hace más de un año que la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ni siquiera le contesta el teléfono. Tampoco Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos.

Paradójicamente, mientras el gobierno presume de la estrategia pacifista, del aumento en el presupuesto de las fuerzas armadas y del fortalecimiento de la Guardia Nacional, cientos de niños y adolescentes siguen siendo asesinados cada año y hasta principios de 2020 se contabilizaban más de 8 mil menores desaparecidos.

Esta situación merece una actuación más responsable y comprometida de parte del gobierno mexicano. Es imperativo reforzar política, institucional y presupuestariamente al Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), para que el Estado cuente con la suficiente capacidad para cumplir con su obligación de proteger a la niñez de México.

Nuestros niños merecen una vida plena, en paz y con garantías a sus derechos. Sólo cuando esto se cumpla, entonces podremos mirarlos a los ojos y desearles un feliz Día del Niño.

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