Marco Alvarado/ Diario de Chiapas
Mantenerse en casa y evitar acudir a lugares concurridos, alimentarse bien, lavarse las manos y aplicarse alcohol sobre ellas, son recomendaciones que ahora todos tenemos en cuenta; sin embargo, ya eran medidas conocidas en 1918, cuando la pandemia de la gripe española azotó al mundo.
Sorprende que poco después de un siglo, sean estas medidas la base para evitar más contagios, y que se repita la tragedia de aquel año: unos 50 millones de seres humanos murieron por esta epidemia en el mundo.
Un documento de la Oficina de Salubridad del estado de Puebla, fechado el 19 de Octubre de 1918, y firmado por el presidente de esta Junta, el médico Luis Unda, es un sorprendente viaje al pasado que, no obstante, refleja un momento parecido al que ahora vivimos.
En su mensaje a los habitantes de la capital de Puebla, se advierte de los estragos que está causando una epidemia “que empieza a manifestarse”, y que obliga a seguir medidas para evitar en lo posible la propagación de la enfermedad “y sus estragos en los individuos”.
Se recomienda a las personas sanas estar en casa, no acudir al cine, teatros y templos; evitar los excesos, desvelos y, en cambio, alimentarse lo mejor posible con productos frescos y saludables.
Mientras que para aquellos que deben estar en contacto con una persona enferma, o con sospecha de estarlo, se recomienda que después de cada contacto haya un buen lavado de manos con jabón “frotarlas durante algunos minutos y después colocar sobre ellas un lienzo de algodón con alcohol”.
También se pide desinfectar la boca con gargarismos, el baño constante y el cambio de ropa; incluso se recomiendan algunos preparados médicos para quien comience a presentar síntomas de la enfermedad, sin descuidar la necesidad de tener descanso.
“Pero si los síntomas son alarmantes o indican gravedad, es indispensable que el tratamiento sea dirigido por un médico competente”.
