• Spotify
  • Mapa Covid19

Letras Desnudas

Mario Caballero

El informe del perro

A los cínicos de la antigua Grecia se les llamó perros por la impudicia de su conducta. Porque los perros, desprendidos de toda norma de comportamiento, cumplen sus apetencias y deseos en el lugar y en el momento en que los sienten. Orinan, defecan y se aparean sin importarles que haya público.

Así el cínico: siente placer al liberarse de los convencionalismos morales. Exhibe su majadería como algo digno, se burla de la razón y no tiene respeto por la decencia. Como dice el filósofo Raymond Geuss, a quien sigo en estas líneas, la demolición de la decencia era, para el cínico, requisito esencial de la autoafirmación.

Los actos del cínico corroen la política. El cínico afirma que no depende de nadie. Hace lo que quiere para satisfacer sus necesidades y contempla tranquilamente la repugnancia que provoca en los demás.

Esa misma repugnancia pudo observarse en el Segundo Informe de Actividades de Juan José Zepeda Bermúdez. El acto fue de un cinismo imperdonable. Se burló de la investidura. Mintió pública y reiteradamente, sin asomo de rubor. Prodigó logros en la defensa de los derechos humanos con la arrogancia de quien nunca acepta ser cuestionando. Igual que Diógenes, el primer perro, quien acostumbraba masturbarse en el mercado griego, no mostró decoro ni porque al lado suyo estuvieron los representantes de los tres poderes del Estado.

CINISMO, NO LOGROS

Zepeda Bermúdez se llenó la boca diciendo que la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Chiapas se ha ocupado de los asuntos que más han indignado a la sociedad chiapaneca, como las agresiones contra mujeres y niñas, migrantes, minusválidos e indígenas. Dijo, además, que ha trabajado por hacerles valer su derecho a la reparación del daño y la garantía de no repetición.

Para inflar más su discurso aseguró que durante el 2019 la CEDH brindó 3 mil 773 orientaciones jurídicas, emitió 620 medidas precautorias, abrió mil 358 expedientes de queja y lanzó 17 recomendaciones. Fue el festejo del autoelogio.

Pero la demagogia es lo de menos. El ombudsperson de Chiapas puede decir misa. Lo que no puede es reducir la defensa de los derechos humanos a plataforma política, a un despreciable pedestal para su propio engrandecimiento, como hizo en la entrega del Informe. Sobre todo, porque los derechos humanos no son cualquier cosa. Defenderlos y promoverlos es indispensable para la vida digna, para la creación de un entorno de libertad, justicia y paz. Su correcta interacción con el gobierno, permiten la gobernabilidad.

Vayamos a los hechos. En primer lugar, ¿cómo creerle a Zepeda Bermúdez si ni siquiera se ha tomado la molestia de actualizar la información concerniente a las recomendaciones emitidas, los destinatarios, las quejas y denuncias presentadas ante las autoridades administrativas y penales, los acuerdos, el listado de las medidas precautorias y toda la información relacionada con violaciones a derechos humanos o delitos de lesa humanidad, a lo que está obligado por el artículo 80 de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública?

Esa información debería estar al público en el portal de Transparencia de la CEDH, cuya información que ahí aparece data de 2017 e incluso años anteriores. No hay entonces confiabilidad.

Ahora bien, el ombudsperson chiapaneco asegura que ha trabajado por hacer que se reparen los daños a los agraviados, sean niños o adultos, mujeres u hombres, nacionales o extranjeros.

Sin embargo, nada ha hecho ante la medida cautelar número 1498-18 emitida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a favor de los habitantes del ejido Emiliano Zapata, en Tuxtla Gutiérrez, donde por la contaminación del relleno sanitario de la empresa Veolia han muerto 21 personas, todas por cáncer, entre ellos 9 niños. Por mencionar un ejemplo.

Otro sería el asunto de los desplazamientos humanos. Existen casos en que cientos de familias de comunidades indígenas fueron obligadas a abandonar sus propiedades bajo la amenaza de paramilitares, que en su mayoría son armados y financiados por grupos caciquiles y hasta por alcaldes. Al respecto, Zepeda Bermúdez dijo en el informe que “la Comisión Estatal de Derechos Humanos trabaja por el fortalecimiento de la armonía social; esta es la meta de nuestro camino”.

No obstante, hay hasta el momento un aproximado de 5 mil personas desplazadas, que no tienen techo ni comida y donde se dice que un sinnúmero de niños y niñas duermen a la intemperie.

¿Dónde están entonces los resultados que tanto presume el ombudsperson? Una cosa es recibir las quejas y emitir las recomendaciones, y otra muy distinta es procurar, presionar, insistir y dar seguimiento para que se respeten los derechos de las personas y las autoridades correspondientes hagan justicia.

Algo similar ocurre con los migrantes. Juan José Zepeda manifiesta que el organismo defensor a su cargo ha estado pendiente de que no se violenten los derechos de los extranjeros en la frontera sur de México. Pero las detenciones violentas de centroamericanos y la separación de niños y sus padres por parte de las autoridades migratorias es algo que ha venido aumentando durante el pasado año. Incluso, se reportan casos de violaciones sexuales y secuestros de niñas y mujeres que luego son explotadas por tratantes de blancas y sin que nadie haga algo por impedirlo. También existe información de que en los puntos de control migratorio se cometen torturas físicas y psicológicas, actitudes misóginas y racistas, además de tratos inhumanos.

¿TRABAJA POR LA IGUALDAD?

No veo logros, sino cinismo, el descaro infame de presentar a la CEDH-Chiapas como una institución de buenos resultados cuando es evidente el mar de víctimas y la protección que Zepeda Bermúdez brinda a las autoridades gubernamentales. Tal como Carlos Morales Vázquez, a quien nunca ha tocado por las diversas violaciones contra los derechos humanos de los trabajadores del Ayuntamiento, por las mujeres que sufren el acoso sexual de sus superiores y por los retenes de la policía municipal en los que, bajo el pretexto de revisar la portación de armas o drogas, realizan un procedimiento fuera de la ley y que sirven sólo para fomentar la corrupción.

Y el supuesto trabajo por la igualdad es una burla. Porque, ¿qué igualdad puede promover Juan José Zepeda cuando sólo sus allegados obtienen altos sueldos, viáticos y jugosos beneficios, mientras los que en verdad hacen el trabajo cobran una miseria y hasta ponen de su propio dinero para realizar las diversas diligencias de los expedientes de queja en los hospitales, escuelas, dependencias de gobierno, etcétera, como los visitadores adjuntos, por ejemplo?

Por otro lado, ¿dónde está el prestigio del ombudsperson si él ha sido acusado de acosar sexualmente a las empleadas del organismo, si cuando fue revelado que había cobrado un aguinaldo de 180 mil pesos en 2018 despidió al trabajador René Coello acusándolo sin ninguna prueba de haber sido el responsable de filtrar la nómina? En lugar de actuar conforme a la ley, violó los preceptos de presunción de inocencia y el debido proceso.

En fin, Juan José Zepeda Bermúdez debe ser sometido a juicio político. No sólo ostenta un cargo de manera ilegítima, también está desacreditando a la CEDH: dejando desprotegidos a los chiapanecos.

Buscar la protección de los derechos humanos en este contexto es simplemente absurdo. ¡Chao!

yomariocaballero@gmail.com

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *