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El síndrome de la rana hervida

El síndrome de la rana hervida

Mtro. Esdras E. Cruz y Cruz

La fábula de Olivier Clerc que por desgracia es un experimento real, demostró que el agua se calienta a uno o dos grados cada hora, la rana permanece dentro del agua y muere, poniendo de manifiesto los peligros de la sobreadaptación, la conformidad y la falta de contacto interno; se dice entonces que cuando nos adaptamos consciente o inconscientemente, a situaciones adversas, perjudiciales, desfavorables para nuestra vida, mental, física y emocional, se dice entonces que se actúa bajo el síndrome de la rana hervida.

Desde 1980 a la fecha, las políticas públicas, particularmente las económicas y sociales, han generado paulatinamente pobreza, desempleo, analfabetismo y un desarrollo regional desigual, para hoy en día tener al país con la mitad de su población con grandes carencias. Con los indicadores de marginalidad, de rezagos y de carencias alimentarias y básicas en materia de salud, el nivel de asesinatos, secuestros y feminicidios, es increíble que nuestra sociedad permanezca callada o silenciada conscientemente; ¿acaso estará la sociedad mexicana padeciendo del síndrome de la rana hervida? Todo pareciera ser así.

¿Cómo podemos definir la economía de México? Siendo la economía número 11 del mundo y la más grande de Hispanoamérica, lo lógico es responder que se trata de un país próspero y dentro de los países que deberían estar considerados dentro del bloque de “los desarrollados”, pero ¡oh sorpresa!, estamos considerados dentro de los países “emergentes”, es inimaginable lo contrastante que es nuestra economía poderosa contra la ignominiosa pobreza que asola a nuestro país; es decir: un México fuerte con pies de barro.

Para mayor objetividad me permito describir otros datos más que nos debe de llenar de orgullo, para tal efecto tomo algunos datos de la columna “La Feria” del día lunes 6 de julio, del Sr. López, “México es la segunda economía de Latinoamérica (ya incluyendo a Brasil) y la tercera de todo América (con los EUA en primer lugar)… es el país con más tratados de comercio firmados de todo el mundo, con acceso a un mercado potencial de mil millones de consumidores en tres continentes: América, Europa y Asía. El hoy T-MEC, versión renovada del TLC en vigor desde 1994, es el bloque económico más poderoso del mundo, más que la unión europea, más que china aparte, tiene otros once de libre comercio con cuarenta y seis países; más treinta y dos acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones con nueve países y nueve Acuerdos de Complementación Económica…”

Dejemos atrás las fructíferas cifras y datos maravillosos de las fortalezas económicas que tiene nuestro país citadas en el párrafo anterior, para entrar en la aberrante realidad que vive la población mexicana referente a la pobreza, en México, dos de cada cinco personas son pobre; dos más son vulnerables por sus bajos ingresos y solo una no es ni pobre ni vulnerable: la mitad del país está marginado; es difícil asimilar que siendo México un país tan rico tenga a 62.25 millones de mexicanos en pobreza, 10 millones de personas más en situación precaria para el 2020; de acuerdo al informe del CONEVAL la pobreza incrementará para este 2020 entre el 7.2% y el 7.9%; este México contrastante tiene concentrada su riqueza en 1.2 millones de personas, los que poseen la gran mayoría de los bienes, las riquezas y propiedades, el acceso total a los servicios básicos, en fin todos los privilegios en este país.

El diagnóstico arrojado al contrastar ambos resultados, entre la economía mexicana y su pobreza, es reprobable, censurable, criticable, condenable, es yerro, es una pifia el combate a la pobreza desde los programas sociales o asistencialistas (Solidaridad, Progresa, Oportunidades, Prospera o Cruzada Nacional Contra el Hambre y a dos años del de Bienestar, la pobreza sigue creciendo); nada frena el crecimiento de los más desfavorecidos, la pobreza aumenta, la desigualdad crece, la inseguridad se dispara, el analfabetismo a todo lo que da, los servicios básicos cada vez más lejos de la población mayoritariamente marginada; tal parece que la pobreza solo son oportunidades electorales y las oportunidades de la población mexicana, poco importan.

¿Qué se necesita?: un plan nacional de desarrollo de largo plazo que diseñe un sistema económico, fiscal y social que, como objetivo, meta y acción, contenga, estabilice y genere condiciones para las clases más desfavorecidas que les permitan insertarse al desarrollo y oportunidades que les den acceso a los servicios básicos: de educación, salud, empleo formal, vivienda digna y salarios que les permitan mejorar su calidad de vida. Tiene que evolucionar el gasto público nacional, apegado a las circunstancias por las que atraviesa el país: proteger a la población más desprotegida de México, a las más afectadas, para tal efecto se tienen que reactivar las economías regionales, con políticas fiscales desiguales (trato desigual a desiguales).

El sistema económico federal no ha sido coherente entre la grandeza de México y la debilidad económica de más de 62 millones de mexicanos; detonar el desarrollo crecimiento, bienestar sustentable y redistributivo, con un enfoque regional igualitario; a manera de ejemplo me permito señalar que una condición ‘sine qua non’ para el crecimiento y competitividad igualitaria regional, es la promoción de la inversión pública y privada en la infraestructura en aquellas regiones rezagadas en ese sector; es innegable el trato inequitativo que han recibido las entidades federativas con mayor pobreza.

Corresponde pues a todos evolucionar a la altura de esta preocupante situación o esperar la muerte lenta pero segura como la rana hervida.

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