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Ómicron

 

Gerardo Gamba

La noticia de la aparición de la variante Ómicron del SARS-CoV-2 en Sudáfrica ha llegado a todos los rincones del planeta, mayoritariamente con crónicas de alerta y de preocupación. Sabemos que las noticias malas pegan mucho mejor que las buenas. ¿Hay razón para preocuparse? Sí, pero también para ocuparse y no para escandalizarse.

La variante Ómicron tiene 32 mutaciones en la proteína espícula (Spike), que es la que hace al virus poder internalizarse en las células del tracto respiratorio. Cada mutación puede ser un cambio de base del RNA o la eliminación de una o más bases. Esto puede o no cambiar la secuencia de la proteína. Depende de cada mutación. Las mutaciones no necesariamente son aditivas. Es decir, tener más mutaciones no hace en automático a la proteína funcionar mejor o ser más estable. De hecho, con más frecuencia es, al contrario. Mientras más mutaciones se acumulen en un gen, es probable que resulte en una proteína que pierda su estructura original y por lo tanto su función.

Las proteínas están hechas de aminoácidos, que se expresan por sus letras. Son como las palabras, solo que pueden ser tan cortas como de tres aminoácidos o tan largas como de miles. Con toda proporción guardada, podríamos hacer una analogía con palabras. Una sola mutación puede cambiar el sentido de una palabra o potenciarla. Si a la palabra “paciente” le mutamos la c por r, la convertimos en “pariente” que tiene un significado totalmente distinto. Pero si la mutación es agregarle una s al final, la convertimos en “pacientes”, o sea, la potenciamos porque ahora son varios de lo mismo.

La proteína espiga tiene 1,200 aminoácidos, por lo que una mutación puede no tener efecto alguno, puede potenciar la función de la proteína o puede anularla. 32 mutaciones podrían aniquilar la función o podrían darle ventaja. Lo que hace pensar que las mutaciones pudieran haberle dado superioridad, es que se detecte la variante con más frecuencia y en lugares diferentes, lo que sugiere que las mutaciones le confirieron ventaja evolutiva. Por eso es por lo que la OMS la declara como una variante de preocupación.

Esto es todo lo que sabemos por el momento, lo demás es especulación. Tenemos que esperar a que pasen varias semanas para saber si la nueva variante remplaza a las anteriores, si tiene más potencialidad de contagio, si se enferman o no por igual los sujetos vacunados y los no vacunados y, sobre todo, si produce casos graves que requieran hospitalización y/o resulten en muertes.

Lo que sí sabemos es que las medidas de sana distancia, utilizar cubre boca en todo momento fuera de casa, evitar organizar o asistir a eventos concurridos y más aún, si son en lugares cerrados, son útiles para evitar la propagación de cualquier variante. La aplicación del refuerzo en las vacunas es muy útil también, por lo que la nueva variante debería de estar alertando ya a la necesidad de hacer eso en nuestro país. No creo que sirva de mucho cerrar las fronteras. De acuerdo con Secretaría de Salud, ya se ha detectado el primer caso en México. La “ventaja” que tenemos es que podemos observar lo que suceda en Sudáfrica y otros países

durante diciembre y con eso, tomar las medidas que sean necesarias a principio del 2022.

Exhorto a los lectores seguir actuando como lo hemos hecho hasta el momento. No hay que confiarse. En estas fiestas decembrinas sugiero reuniones con pocas personas y que ocurran de día, para que puedan ser al aire libre. Hay que evitar cenas tumultuosas en lugares que, seguramente por el frío, estarán poco ventilados. Es preferible posponer festejos, que adelantar velorios.

 

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