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Opinión y propuesta

Por Andrés Vázquez López

La dificultad para la continuidad educativa Hemos visto que algunos países han regresado a clases después del primer embate de Covid19. México se prepara y vale la pena revisar la experiencia de otras naciones, para aprender de ellos. En Francia, su Ministerio de Educación reconoce la realidad de que en muchos casos será “materialmente imposible” mantener la sana distancia, aunque fija que espacios como salones y bibliotecas, deben estar organizados de tal manera que ésta se pueda mantener. Igualmente establece que el uso de cubrebocas y caretas será diferenciado de acuerdo a la edad de los alumnos, haciéndolo obligatorio para los mayores. Da lineamientos sobre lavado de manos, cruce de estudiantes durante cambio de clases, medidas a tomar en el transporte escolar, desinfección e higiene y muchas otras, que francamente se antojan difíciles de llevar a cabo en la realidad. En el caso de sus Universidades, incluso solicita que haya un asiento vacío entre estudiantes. Francia ocupa actualmente el lugar 20 del mundo con poco más de 30 mil muertos y algo más de 204 mil casos confirmados. En el caso de Israel, se precipitó a reabrir sus escuelas ante un primer buen manejo de la pandemia con un índice de contagios relativamente muy bajo, ocupando el lugar 30 del mundo, con apenas 633 muertos y poco más de 87 mil casos confirmados. Sin embargo, a raíz de la reapertura, su Ministerio de Educación reconoce que el primer factor que falló fue la efectiva falta de distanciamiento social y que el rebrote se potenció también por la falta de suficientes precauciones adicionales, lo cual llevó al virus desde las escuelas hacia los hogares y de ahí a muchos otros espacios. Israel confundió un bajo nivel de contagios, con la ilusión de que la enfermedad había terminado. En China, origen de la pandemia y que ocupa el lugar 31, con poco más de 4 mil 600 muertes y casi 85 mil contagios confirmados; el regreso a clases ha implicado las consabidas medidas de higiene, destacando el uso obligatorio de cubrebocas; y el apoyo en muchos casos, de tecnologías que identifican y muestran la temperatura de cada estudiante que ingresa a las escuelas, así como la instalación de barreras físicas hasta en los pupitres y una fuerte campaña instando a los estudiantes a no convivir sino más bien a concentrarse en sus estudios. En México, sexto lugar del mundo con casi 54 mil muertos y cerca de 493 mil contagiados, las autoridades educativas han optado por un regreso a clases virtual, apoyado en programas televisivos, lo cual ante las experiencias internacionales parece un acierto; aunque éstos han sido criticados por la poca eficiencia que la falta de interacción conlleva en el aprendizaje, pero que son más seguros que un regreso presencial a las aulas. Para esto último, debemos reconocer que será imposible mantener la sana distancia dentro de las instalaciones educativas y por ende poner el acento en las medidas precautorias, ya que a diferencia de los países antes mencionados el número de estudiantes es muy grande y los recursos son muy limitados y se corre el riesgo de repetir la mala experiencia israelí, pero a mayor escala. La fortaleza de nuestro sistema educativo, serán sin duda, los profesores. La SEP deberá aprovechar el tiempo que reste antes de regresar a la presencialidad y trabajar fuertemente con ellos, no sólo en la parte académica, sino también en la supervisión y control de las medidas de prevención ante la pandemia. Ojalá que sí.

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