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¿Puede la pandemia ser un pretexto para golpear a la democracia?

¿Puede la pandemia ser un pretexto para golpear a la democracia?

Ricardo Monreal Ávila

La Declaración Universal de Derechos Humanos, promulgada el 10 de diciembre de 1948, en su Artículo 21, establece el derecho a votar y ser votado. Cabe recordar que el voto cuenta con diversas características generales: es universal, secreto, directo, personal e intransferible. En México, el voto es considerado un derecho humano desde la reforma constitucional de 2011.

Sin embargo, bajo el cobijo de la pandemia, así como de consideraciones sanitarias para combatirla, muchos países han adormecido ese derecho.

Al día de hoy se han aplazado más de 50 elecciones en el mundo a todos los niveles: presidenciales, de alcaldes, legislativas, incluyendo referéndums.

En Hong Kong, la jefa del gobierno autónomo Carrie Lam pospuso un año las elecciones legislativas que estaban previstas para el próximo 6 de septiembre; los simpatizantes del movimiento democrático consideraron que lo hizo para evitar que la oposición consiguiera, por primera vez, la mayoría y que el Legislativo se convirtiera en un baluarte frente a las políticas pro Beijing.

En Bolivia, a casi un año de que Jeanine Áñez llegó al gobierno como Presidenta interina con el solo propósito de convocar a elecciones el 3 de mayo de 2020, éstas se aplazaron para el 6 de septiembre y frente a la mayoría que hoy aglutina Luis Arce, el candidato del MAS, partido al que pertenece Evo Morales, se han vuelto a aplazar para el 18 de octubre del 2020. La estabilidad política y social en Bolivia estará en juego si la democracia electoral no es respetada en sus tiempos, formas y resultados.

En Chile, el referéndum constitucional originalmente planeado para el 26 de abril, se pospuso para el 25 de octubre de 2020, en medio de una reorganización mayor del gabinete del Presidente Piñera al que llegan nuevos ministros que se oponen a un cambio constitucional cuando una parte del pueblo chileno busca una transformación de reglas políticas por medio de una nueva Constitución.

Estados Unidos jamás había suspendido elecciones presidenciales, ni siquiera en plena guerra civil o durante las guerras mundiales. Hace unos días, el Presidente Trump posteó un mensaje en el que se refirió a las elecciones de noviembre del 2020 como las más fraudulentas en la historia de ese país y planteó la posibilidad de retrasarlas. La Constitución no le da al Presidente ese poder, sin embargo, con ese dicho, dio a entender a muchos ciudadanos que ya no se podían fiar de su propia democracia.

Mientras la mayoría de nuestros países dedican sus esfuerzos a reconstruir sus sistemas de salud, muchos de ellos dejados en el abandono por la ideología neoliberal, y a relanzar sus economías, en otros países los gobiernos están cambiando las reglas del juego democrático. En palabras de Abraham Lincoln, la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Nadie, en ningún país, en ningún tiempo, debería desconocer esa premisa salvo riesgo de caer en la no democracia.

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