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¿Se acuerdan de la ivermectina?

Gerardo Gamba

 

¿Se acuerdan de la ivermectina?

En esta ocasión quiero llamar la atención de lo que sucede cuando se hacen propuestas sin bases científicas sólidas y algunas personas y grupos se adhieren con fe, no con base en análisis científicos. Me refiero al asunto de la utilización de ivermectina para la prevención o tratamiento del COVID. Así como sucedió con la hidroxicloroquina, estudios hechos en cultivos celulares mostraron que la ivermectina era útil para detener la replicación del SARS-CoV-2. Como la ivermectina es un antiparasitario ya conocido, de la observación in vitro podría pasarse directamente a los estudios fase 1/2 y fase 3, pero esperar los resultados para recomendar o no su utilidad. Sin embargo, personas, organizaciones e inclusive gobiernos saltaron, de la caja de cultivo, a la recomendación de administrar ivermectina para el tratamiento o prevención del COVID. Un muy penoso ejemplo fue el gobierno de la CDMX que proveía a ciudadanos con kits de tratamiento anti-covid que incluían ivermectina. Decenas de personas me llamaron en los meses de mayo a septiembre para preguntarme si debían o no tomarse la ivermectina que les habían recomendado o recetado.

El tiempo pasó y a la fecha no existe evidencia de que la ivermectina tenga utilidad. Un trabajo reciente hizo un análisis de los estudios publicados con ivermectina para COVID y concluye que la evidencia a su favor es nula (DOI:10.3390/diagnostics11091645). Traigo este tema ahora porque el número del New England Journal of Medicine de la semana pasada, contiene un artículo que muestra las consecuencias tóxicas de la utilización irracional de ivermectina en una región del mundo (DOI: 10.1056/NEJMc2114907). Se trata del registro del centro de intoxicaciones del Estado de Oregón, en los Estados Unidos. De recibir anteriormente un promedio de alrededor de tres reportes al año de problemas por haber tomado ivermectina, en el 2021 fue subiendo y solo en agosto recibieron 21. El artículo comenta estos 21 casos, pero es muy probable que se recibieran un número similar en septiembre y octubre.

De los 21 casos, once hombres y once mujeres, la mayoría con edad mayor de 60 años. Todos reportaron haber tomado ivermectina para prevenir o tratar el COVID. Seis de los 21 casos, justo de los que habían tomado el antiparasitario para prevenir COVID, es decir, ni siquiera estaban enfermos, tuvieron que ser hospitalizados y cuatro de ellos requirieron terapia intensiva. Afortunadamente ninguno murió. Los otros 15 casos no fueron hospitalizados, pero tuvieron diversas manifestaciones gastrointestinales, neurológicas y en la piel.

Esto es lo que ocurrió solo en un mes y solo en un estado de la Unión Americana. Uno podría suponer que algo parecido debe haber ocurrido en cada estado y así, en cada país. Es probable entonces que alguien haya muerto por ingerir ivermectina para prevenir o tratar un padecimiento para el que no está indicado. Estos datos muestran por qué no se deben recomendar medicamentos, si no se tiene la evidencia de que su indicación va a traer más beneficios que consecuencias, lo que solo se obtiene a partir de ensayos clínicos controlados.

 

A mucha gente ya se le olvidó y este medicamento empieza a pasar de moda. Desafortunadamente los defensores o creyentes no suelen regresar a ver la evidencia y darse cuenta de que, es preferible analizar los hechos con datos, que con deseos. Ojalá que quienes defienden, promueven o siguen recetando ivermectina para el tratamiento de COVID leyeran este editorial o los artículos que refiero, para que disminuya la utilización injustificada de un medicamento que, como todos, puede resultar en efectos secundarios que haya que lamentar.

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