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¿Y de dónde sacó la pasta el chaval?

Arturo Ramos Ortiz 

¿Y de dónde sacó la pasta el chaval?

Suelo correr en un parque de la colonia Doctores, el Ignacio Chávez, junto a muchos vecinos que también se desmañanan para hacer ejercicio. Algunas veces bromeamos diciendo que corremos para huir de nuestros problemas cotidianos sin entender que éstos están delante. Puede ser que esta broma no esté tan errada: nuestra disciplina matutina sólo es equiparable a la de los vendedores y consumidores de mariguana que inundan hacia las 7 de la mañana el lugar.

El chaval vendedor más constante utiliza una gorra para más fácil identificación ante el cliente y, como joven emprendedor, aunque subterráneo, ha encontrado un nuevo núcleo de venta en los migrantes y personas en situación de calle que se quedan a dormir en las bancas del lugar. La clientela cautiva son los jovencitos de una universidad patito cercana.

Las nubes de mariguana están elevándose cuando los corredores más madrugadores estamos terminando la última vuelta, y están en pleno, densas, cuando pasan las mamás con los chavalines del CENDI en brazos o bien arrastrando a los niños de primaria hacia un día más de clases.

Los corredores y un grupo civil de entrenamiento semi militarizado son los que solemos ahuyentar a los dealers del lugar. Para entonces, ya la comunidad dio unas buenas bocanadas de una mariguana bastante mala.

El parque Ignacio Chávez está recién rehabilitado, se le metió dinero a partir de una consulta ciudadana y ahora luce un muy bonito escenario teatral (acondicionado para obras con iluminación y sonido auxiliar). La caseta policial siempre está activa, a 25 metros del fumadero principal y a 50 de donde el dealer de la cachucha suele estar. No está muy claro cuál es la función de la caseta y del personal policial que allí labora, pero impedir que este parque se convierta en un centro de consumo de mariguana no parece estar enlistado en sus tareas.

Oficinas de la Fiscalía General de la República están apenas a una cuadra. Qué tan importante es la norma legal para quienes laboran es ese lugar es algo fácil de deducir. Los funcionarios dejan en doble y triple fila sus vehículos en las calles cercanas. Algo similar a lo que hacen las autoridades del Poder Judicial local, a cuatro cuadras de allí, en la ciudad judicial. Vaya, que quienes procuran y administran justicia tienen en su cabeza la idea de que, mientras se pueda, la comodidad propia es más importante que cumplir las normas; y sin duda es infinitamente más importante que el derecho de los demás.

Así es que, al interior de la cabeza de vendedores y consumidores de mariguana, no hay algo distinto de quienes podrían procesarlos por una falta a la norma. En realidad, están pensando exactamente lo mismo, que mientras se pueda, lo que importa son sus asuntos privados y que los demás le hagan como puedan.

Pero esto se completa con algo que no ocurre en las calles, sino al interior de los hogares. En una casa cercana, hogar de uno de los corredores, el hijo nini llegó un buen día con una espectacular pantalla de UHD Samsung para su cuarto. El padre examina admirado el aparato, al igual que la madre.

Es curioso que entre todas las preguntas que se hacen no hay una que debería ser la primera, ¿de dónde sacaste dinero para comprar esto?

El chaval se va a su cuarto, se encierra a desempacar, conectar y disfrutar de su adquisición. La pregunta obvia sigue sin aparecer. Es evidente que en la cabeza de la familia está aquello que ya habíamos detectado en otros personajes de este relato.

El hijo del corredor usa, de vez en vez, una gorra roja para sus salidas a la calle.

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