• Spotify
  • Mapa Covid19

Nombres enclavados en el tiempo lapidario

Francisco Mendoza

Diario de Chiapas

Cuánta historia tiene Tuxtla, cuántas personas, cuántos nombres, cuántas vidas han pasado por estas calles en principio empolvadas y ahora cubiertas de concreto y asfalto.

Esos años de historia se encuentran enmudecidos por el tiempo en el recuerdo de aquellos que dieron forma a lo que es hoy la capital chiapaneca.

Cada uno de estos nombres, se encuentran estampados en las lápidas más viejas del primer panteón de la ciudad, estos pasillos llenos de polvo que dirigen los pasos hacia finales del siglo XIX.

El lugar es un museo de relatos, de cuentos que cada finado lleva en cada tumba; por ejemplo, al oriente del camposanto, se encuentra la tumba de Fernando Castañón, fallecido el 11 de febrero de 1879, y quien en su epitafio están grabadas palabras gastadas por el tiempo.

“Aquí no turban las sombras de la duda, la severa verdad inmóvil vela, aquí reina la paz eterna y muda, la paz que el alma fatigada anhela”.

Recorriendo el tiempo encontramos a Patricia Esponda de Moguel, finada desde el 17 de agosto de 1899 y a Rafael Vila de 1900, encadenados al sueño eterno en aposentos enmohecidos y carcomidos por el paso de los años, cuentan las voces ya diluidas en el aire, que estos dos amantes pidieron estar juntos hasta vengan los tiempos de la resurrección y seguir unidos en la eternidad.

A pesar del tiempo, a pesar de que las generaciones pasan y el recuerdo solo se encuentra en fotografías desgastadas, aún existen familias que cada año vienen de lugares fuera del estado a dejar flores a sus difuntos.

“Hay familias como la de Rafael Vila que vienen una vez al año como una de las más antiguas que tenemos la de Fernando Castañón de hace dos siglos, aún la visitan”, comenta tímidamente uno de los trabajadores de este fúnebre lugar.

De principios del siglo XX encontramos a Julio Felipe Orantes de 1906 y a una de las tumbas más cuidadas por el Ayuntamiento por el enigma histórico que es, la del Capitán Julio Miramontes, muerto el 17 de mayo de 1912.

“Una de las tumbas que preserva el ayuntamiento por historia es la del Capitán Julio Miramontes, sabemos que fue capitán de la marina, nacido en tierras morelenses que fue trasladado a estas tierras por el trabajo y aquí falleció, según se investiga su vida para saber quién fue”.

Tumbas como la de Don Ciro Farrera, el ex gobernador Juan Sabines Gutiérrez son las que le dan un realce histórico a este camposanto lleno de historia en donde el temporal no es impedimento para que estas tumbas sigan erguidas en espera de otro familiar más.

Olvidada por los familiares, un sepulcro de un gran personaje chiapaneco, el doctor Rafael Pascasio Gamboa, que se encuentra en no tan buenas condiciones sin que nadie haga algo por recuperarlas.

“Es una lástima encontrar un nicho tan dañado como este y sabiendo que es del doctor Rafael, podemos ver el fondo de la tumba con pedazos de cemento a su lado”.

Anécdotas, palabras congeladas al paso de los años viven en este camposanto, que por varias décadas ha sido testigo mudo de las escenas que han dado curso no solo a Tuxtla Gutiérrez sino a todo el estado de Chiapas.

 

CAMPOSANTO

Un camposanto es el lugar donde se depositan los restos mortales o cadáveres de los difuntos (inhumación); dependiendo de la cultura del lugar, los cuerpos pueden introducirse en ataúdes, féretros o sarcófagos, o simplemente envolverse en telas, para poder ser enterrados bajo tierra o depositados en nichos, mausoleos u otro tipo de sepulturas.

La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que significa dormitorio porque, según la creencia cristiana, en el cementerio, los cuerpos dormían hasta el Día de la resurrección.

A los cementerios católicos se les llama también camposantos, dado que, en Pisa, cuando ateniéndose a medidas de higiene la autoridad ordenó cerrar el cementerio, que había sido construido en el siglo XIII dentro de la ciudad, el terreno fue cubierto con una gran capa de tierra, que las galeras pisanas habían traído de los lugares santos de Jerusalén.

Usualmente, los cementerios son comunitarios, es decir, en dicho lugar se encuentran las tumbas de los miembros de la comunidad, sin llegar a ser tumbas colectivas, pues cada difunto tiene su propio espacio determinado, aunque, por decisión familiar, también pueden enterrarse varios familiares en el mismo lugar.

La mayoría de los cementerios se destinan a cadáveres aunque, desde la antigüedad, existían necrópolis para ciertos animales, como el Serapeum de Saqqara, en Egipto.

Actualmente también existen cementerios de animales para enterrar a las mascotas fenecidas; en el caso de los humanos, actualmente existen los Cementerios Parques, lugares que han sido muy comunes durante los últimos 30 años y se ha masificado para que las personas puedan ser sepultadas.

 

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *