¿¡Cuántos hijos!?
Jorge Alberto Rincón Acebo jorgearinconacebo@gmail.com
-Usted ¿cuántos hijos tiene? ¡Uno! (1).
¡Pobrecita! ¡No la quiere dios, ni sus nahuales! Los hijos nos hacen valer. Las infructíferas son desechadas por el marido. Los hijos son fuerza de trabajo para arar, cargar. Las hijas, carta de cambio por un buey o un jumento o por unas mazorcas para calmar el hambre… o agua ardiente para silenciar la penosa realidad.
- -Me quedé viuda y no he tenido ayuntamiento. Ni deseo tener varón amagador, quien me calle, pegue o anule. He leído a Sor Juana. Sé su vida, se hizo monja para leer, pensar. El claustro fue la liberación de su ser. El matrimonio hubiera sido su muerte. Enviudar por causas naturales proporciona paz, sobre todo si posees techo y alimento.
-¡Está mal! Usted debería solo leer oraciones. ¿Es hereje? - -No, al contrario. El saber acerca la bondad, equidad.
Más ignoraban que “hairetikós” significa ‘libre de elegir’, buscador de la verdad.
Imposible, poder interpretar las santas escrituras, cuando no crees ni tienes fe en la inspiración divina de la sagrada Biblia.
Comprendo y respeto.
Aclaro: si leyó las escrituras con fe, es imposible que pueda creer en otros escritos que tienen intención de acabar con nuestras creencias y esa fe en la santa escritura, en Dios.
Conspiración, infamia y métodos disuasivos es lo que hacen, al referirse a “La historia universal de la infamia y los principales acontecimientos”. No consideran oprobiosa la destrucción americana, asiática o africana en Oceanía ¡Solo cuenta el daño que les hacen e infringen, nunca el ocasionado!
Entre fallecer o perder poder. ¡Sean ellos!
Pierde el humanismo, la biodiversidad, formación de pareja sacada a la luz como simple manejo de poder. La mujer mercancía y a la vez dominadora de quien adquirió, anulando de manera superlativa cuando sustituye su simiente por la ajena.
El varón hace hijos, los quiere a su modo. No se ocupa si comen, si se logran. Le importan cuando ya se pueden valer por sí mismos.
Referencia
1.- El artículo es continuación de los anteriores, van ligados y nos hallamos en el siglo XVIII, en un diálogo entre María de Ángulo y comadronas. Ligo lo anterior con la cotidianeidad atemporal, separada de la línea de tiempo consecutiva de hechos acaecidos entre 1701 a 1800.
