Tatiana Matuz Hernández, artesana en máscaras de Parachicos
Jorge Éver González Domínguez / Chiapa de Corzo, Chiapas [email protected]
Tecpatán, Chiapas, 1987. Creció en Tabasco y actualmente radica en Chiapa de Corzo.
Ama el arte en sus diferentes dimensiones: es su vocación.
Un día decidió inscribirse en el taller de máscaras de parachicos y elaboración de monteras en la Casa Escuela de Tradiciones, en Chiapa de Corzo, teniendo como maestro a Domingo Hernández, que se sorprendió por su aprendizaje, disciplina y su dedicación.
El arte de ser mascarero es “exclusivo” para hombres. Sin embargo, Tatiana comienza a hacer historia como la primera mujer que realiza máscaras de parachicos.
Recuerda que llegó al taller con su niña muy pequeña y sorprendió a muchos porque era un taller para máscaras.
“Siempre ayudé a mi papá (por ser la mayor) en sus labores: trayendo una pinza, clavando, martillando, siempre estuve cerca de su oficio cotidiano. Por eso no me espanta la gubia, el cincel o el martillo”, nos dice.
En enero del 2018, su maestro la motiva a participar en el XLV Concurso de Máscara Tradicional de Parachicos, siendo así la primera mujer en participar y ser premiada obteniendo Mención Honorífica. En 2024 es reconocida nuevamente con Mención Honorífica en el LXXI concurso de laca, LI Concurso Estatal de Parachicos, XXVII Talla en Madera y XI Bordado e Indumentaria Tradicional.
Tatiana es una joven que aprende en cada momento que pasa en el taller. En sus manos vive el arte, la creatividad y el entusiasmo.
Sin perder el instinto de ser madre siempre atenta con sus dos hijas, deja que tropiecen con el arte entre los corredores del taller.
Nos comenta: “Desde pequeña me gustó siempre el dibujo y la pintura. Cuando tuve oportunidad tomé clases de dibujo y pintura en la casa de la cultura de Cárdenas, Tabasco, con el escritor y artista visual Níger Madrigal. Después me fui a Villahermosa a inscribirme en los talleres de dibujo que dan en casa de artes José Gorostiza. Tomé varios talleres: bordado, alfarería, piano, entre otros. Hasta llegar a Chiapa de Corzo y descubrir que es un pueblo lleno de artesanos y artistas. Entré a cada uno de los talleres artesanales y me quedé con máscara de parachico, montera y bordado. Considero desde entonces que el arte y la paciencia están en mí. Pienso que como artesanos, debemos mantener las tradiciones y costumbres activas; y transmitir el conocimiento, técnicas y experiencias a las nuevas generaciones, es una buena manera de conservarlas.
Al estar en este oficio, mi mayor aprendizaje ha sido la humildad, la honestidad y el humanismo. Considero que estos tres valores son importantes.
En el mundo artístico y en este caso, el de un maestro artesano en máscaras, el arte no es bueno ni malo, todo depende de los ojos con que se mire la pieza y sobre todo, del conocimiento que se tenga de este arte. Desde mi punto de vista cada artista, cada maestro, tiene habilidades y conocimientos diferentes, pero algo muy importante que debemos tener y no solo por ser artesanos, es la humildad y el respeto a cada pieza que se elabora, así no sea nuestra pieza.
El arte de talla en madera es tan bonito que nunca se deja de aprender, porque cada pieza trae un reto diferente y eso la vuelve muy valiosa, en una pieza única. Con todo esto estoy logrando que mis hijas se interesen en el mundo del arte”, concluyó.
La mejor manera de penetrar en la sociedad es no dejar de trabajar, seguir trabajando para llegar a todo el mundo, dijo muy convencida, la joven artista.