Grandes libros escritos por mujeres mexicanas

El Informador
Fausto Salcedo
Las letras mexicanas no serían lo que hoy conocemos, admiramos y estudiamos, de no haber sido por la labor, la tenacidad y la imaginación sin límites de decenas de mujeres que con sus relatos, poesía, novelas y dramas, legaron una obra de inmenso valor a la cultura del país. La misma tradición nos ha hecho creer que la literatura es un territorio de hombres y que las grandes obras de la humanidad fueron concebidas en el fondo de mentes masculinas. No: las letras mexicanas son mucho más que Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes y tantos otros exponentes que, si bien son fundamentales, no pueden entenderse sin incluir obligatoriamente el legado femenino mexicano.
México narrado desde lo mágico, lo urbano, hasta en el ámbito de la pesadilla; mujeres que incursionaron en la poesía, la crónica y el periodismo, el terror y el amor, el indigenismo y la ciencia ficción, la sangre y la brutalidad. Mujeres de todas las edades y las épocas, cuyas plumas han robado el aliento de incontables lectores, mujeres que no tuvieron miramientos en narrar lo despiadado del país, las injusticias, las circunstancias más sórdidas, pero también la luz y las dichas de este lugar en el que nos tocó vivir.
Esta es una lista incompleta y por eso mismo injusta, que no obstante pretende celebrar las obras de las escritoras mexicanas que con sus obras marcaron un parteaguas en el cómo se escribe, se hace, se disfruta y se concibe la literatura como una de las artes más grandes en la vida, y que vuelven la vida misma un territorio más vivible, pero que también la denuncian, la critican y la narran con toda la brutalidad de sus letras.
Grandes libros escritos por mujeres mexicanas


Balún Canán,de Rosario Castellanos


Publicada en 1957, esta es la primera novela de Rosario Castellanos. Ambientada en Chiapas en las primeras décadas del siglo XX, Balún Canán narra un mundo marcado por las desigualdades sociales entre indígenas y terratenientes: un mundo dominado por hombres donde las mujeres apenas tienen voz y voto, un mundo donde los amores son imposibles, un mundo de magia y brujería indígena, y donde todos sus personajes parecen destinados a la tragedia. Balún Canán es narrada a través de distintos personajes, siendo su protagonista principal una niña y, a través de cuya visión, las tristezas y las injusticias adquieren una poesía y belleza irrepetibles.


Casas vacías, de Brenda Navarro


La vida de una mujer cambia de manera desgarradora, cuando su hijo desaparece en un parque. La maternidad se convierte entonces en una pesadilla, en lo que no se dice más allá de la supuesta felicidad de ser madre: los miedos, las inseguridades, la crueldad, los sacrificios silenciosos, ese amor, la brutalidad de la crianza. La historia se entreteje con la de una segunda mujer, responsable de la desaparición del niño y que se encarga de cuidarlo en un contexto de soledad y precariedad. Una novela llena de angustia, cruda, que da una perspectiva no vista antes en las letras mexicanas y que habla de todo aquello que incluso las madres no se atreven a hablar.


Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor


Pocos libros han dado tanto de qué hablar en los últimos años como esta novela de la veracruzana Fernanda Melchor. Temporada de Huracanes es un libro difícil, violento, descarnado, que explora sin miramientos en las condiciones más escabrosas de la condición humana. La violencia, el narcotráfico, la marginación, la degradación y las sexualidades más complejas, conviven en este libro en un torrente narrativo que no da tregua, que priva del aliento y que deja dentro del pecho un regusto amargo. Al final, como la conclusión de la temporada de huracanes, el agua parece arrastrar la muerte y la sangre incontenible en un suspiro de paz.


Sor Juana Inés de la Cruz


Toda la obra de Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana merece una distinción aparte, siendo una de las precursoras más trascendentales en la narrativa mexicana. Desde la perspectiva contemporánea, Sor Juana puede ser considerada una de las precedentes del feminismo, tras criticar sin cuestionamientos las masculinidades de su época, además de que su persona se ha engrandecido con la leyenda de sus amores y romances con otras mujeres. Sor Juana Inés de la Cruz abrió un camino inmarcesible con su lírica, auto sacramental y el teatro, así como con su prosa.


Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro


Considerada una de las primeras incursiones en el realismo mágico, Los Recuerdos del Porvenir es una obra cuyo protagonista es el pueblo de Ixtepec, que se ofrece como narrador de las diversas tragedias que viven sus pobladores entre la crisis de la Guerra Cristera en México. Romances clandestinos, intrigas, injusticias sociales y un estilo narrativo marcado por la poesía, son los logros de esta novela que narra el destino de desilusión de un pueblo que ha renunciado para siempre a la esperanza.


Como agua para chocolate, de Laura Esquivel


Siendo un ejemplo más “reciente” del realismo mágico, Como agua para chocolate narra la historia de Tita, una mujer que tiene prohibido el amor en su vida, ya que, al ser la hija menor, según la tradición familiar le corresponde cuidar de su madre hasta que ésta muera, y no hay modo posible de huir de este destino. Para tratar de resolver la problemática, Pedro, su enamorado, decide tomar el peor camino posible: se casa con la hermana de Tita, en un intento infructífero de estar con ella de cualquier modo. A través de las páginas de Como agua para chocolate, atestiguamos los dolores y pasiones de Tita, que tiene el poder de transmitir sus emociones a través de la comida que prepara con sus lágrimas, con su corazón roto, con su vida reducida a una esperanza que no haya tregua.


Cartucho, de Nellie Campobello


Lo que destaca de este libro es que, a diferencia de muchas de las novelas revolucionarias que recurrieron a toda clase de estilos y técnicas narrativas, Cartucho está narrado a través de la perspectiva de una niña. En este caso, Nellie Campobello, que presenció en su infancia los horrores de la Revolución Mexicana. Es un testimonio certero, a veces desgarrador, a veces cruzado con la belleza de la poesía y de la vida diaria: una simple niña que presenció las batallas, los disparos, el hambre y la vida diaria trastocada para siempre en medio del conflicto -que duró casi una década- y que definiría sin remedio el rumbo del país.

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