HORIZONTE EDUCATIVO

La memoria colectiva: condición del vínculo social

Lilia Ma. Calderón/Las Margaritas, Chiapas [email protected]

Cuando se habla de memoria colectiva, no se hace referencia a la sumatoria de las memorias individuales. Para una psicología social preocupada por los fenómenos colectivos, el estudio de la memoria es sin duda un eje fundamental; debe insistirse en que cuando se habla de memoria colectiva, no se dice que los factores sociales o colectivos cultiven influencia sobre las operaciones o actividades de la memoria, sino que -y es importante subrayarlo- son estos factores sociales y colectivos los que están precisamente constituidos por ésta.
Ahora bien, la memoria se construye a partir del presente; no obstante, proponerlo no es suficiente si se quiere hacer hincapié en su carácter constitutivo. Efectivamente, se estructura a partir de las exigencias y necesidades del presente, pero hay que decir que tal operación, este recuerdo, es a su vez transformador de la realidad social y provee de nuevas pautas para interpretar el aquí y el ahora. Así, nuevas formas de significación se ponen en marcha gracias a la participación de la memoria; las tensiones entre lo instituido y lo instituyente, pasan por la memoria colectiva.
Cabe señalar entonces, que la memoria colectiva agrupa a las memorias individuales, pero no se confunde con ellas. Ésta evoluciona siguiendo sus leyes y, si ciertos recuerdos individuales penetran también algunas veces en ella, estos cambian de figura a partir de que son emplazados en un conjunto que no es ya una conciencia personal.
El carácter social de la memoria radica básicamente en cuatro aspectos: 1) porque tiene un contenido social, puesto que el recuerdo es un recuerdo con los otros; 2) porque se apoya en los marcos sociales de referencia, tales como ritos, ceremonias o eventos sociales; 3) porque la gente recuerda las memorias compartidas y recordadas conjuntamente y 4) porque se basa en el lenguaje y en la comunicación lingüística externa e interna con otros seres significativos.
De esta manera, la memoria colectiva es una memoria de los grupos; es decir, la pertenencia grupal va a proporcionar los marcos para la conformación del recuerdo. Son el espacio, el tiempo y el lenguaje, los marcos generales de la memoria: la mayor parte de los grupos, no solamente aquellos que resultan de la yuxtaposición permanente de sus miembros, encuentran sus recuerdos colectivos en un marco espacial definido; la familia, la religión y la clase social serán los marcos específicos de la memoria que sitúan también los recuerdos de los grupos. Así, la memoria no se puede separar de las condiciones y necesidades del aquí y ahora. Ésta es, en efecto, una reconstrucción del pasado desde las condiciones del presente.
Finalmente, se puede decir que la memoria colectiva no es una memoria homogénea; las memorias son diversas y plurales; es memoria de los grupos. Dicha memoria es sostenida, en el espacio y en el tiempo, por un grupo específico, ella es el grupo visto desde adentro, presenta al grupo una pintura de sí mismo que transcurre, sin duda, en el tiempo, puesto que se trata de su pasado, pero de manera que él se reconozca en ella siempre.

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