Desafío para combatir el fracaso escolar
Lilia Ma. Calderón/Las Margaritas, Chiapas. [email protected]
Un sistema educativo es eficiente, cuando logra sus objetivos de enseñanza en un tiempo adecuado y sin desperdicio de recursos humanos y financieros. Dos graves problemas que afectan a la eficiencia del sistema educativo son la repetición y la deserción, donde el estudiante que ingresa al sistema educativo tiene tres opciones: aprobar, repetir o desertar.
La repetición y la deserción, implican un desperdicio de recursos económicos y humanos que afectan los niveles de eficiencia del sistema. Por tanto, los tres fenómenos están estrechamente interrelacionados.
En este sentido, las escuelas cumplen una función muy importante en la prevención del abandono escolar, siempre que sean entendidas como un protector de riesgo para los estudiantes, como una comunidad de compañerismo y compromiso. El avance hacia una nueva concepción, hace necesario revisar entonces el papel de la escuela.
Ahora bien, el principal desafío para combatir el fracaso escolar, es cambiar el objetivo de la educación y principalmente el objetivo de la evaluación. Frente a un alumno en dificultad, el profesor está invitado a reconsiderar la pertinencia de su enseñanza y a ofrecerle nuevas oportunidades de aprendizaje. De esta manera, la educación será un lugar efectivo y acogedor para todos los estudiantes.
Para avanzar hacia prácticas pedagógicas beneficiosas para los alumnos en riesgo, se pueden dar pasos pequeños, como la promoción por ciclos, porque disminuye la frecuencia de toma de decisiones y permite la reflexión sobre los aprendizajes, además de experimentar otras formas de evaluación. Por otro lado, se pueden diseñar paquetes evaluativos para aplicar a principios de año, con el fin de diseñar el camino a recorrer y, al final del ciclo, para determinar los progresos realizados por cada uno en cada dominio.
Los profesores están invitados a compartir con sus colegas las informaciones precisas sobre los niveles de conocimientos y competencias logrados por cada alumno. En caso de repitencia, los alumnos se deben quedar en el establecimiento, porque sólo quienes tienen los antecedentes de su proceso pueden revertir las dificultades; por tanto, se debe detener la deserción escolar, ya que este es un proceso lento y en el que cobran importancia las soluciones individuales.
Finalmente, se debe enfocar la acción a que los alumnos aprendan reconociendo sus necesidades básicas e intervenir en tres contextos: familia, escuela y comunidad.