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Racionalidad y socialización diferencial: hombres y mujeres

Lilia Ma. Calderón/ Las Margaritas lcalderon2009@hotmail.com

(Segunda y última parte)
Profundizando un poco más en la cuestión, puede decirse que las claves de la socialización diferencial tradicional han sido las siguientes:
*A los hombres se les ha socializado tradicionalmente para la producción y para progresar en el ámbito público y, en consecuencia, se ha esperado de ellos que sean exitosos en dicho ámbito, se les ha preparado para ello y se les ha educado para que su fuente de gratificación y autoestima provenga del mundo exterior. En relación con ello: se les ha reprimido la esfera afectiva; se han potenciado sus libertades, talentos y ambiciones, facilitando su autopromoción; han recibido bastante estímulo y poca protección; se les ha orientado hacia la acción, hacia lo exterior, lo macrosocial y la independencia; y el valor del trabajo se les ha inculcado como obligación prioritaria y definitoria de su condición.
*A las mujeres se las ha socializado para la reproducción y para permanecer en el ámbito privado y en consecuencia, se ha esperado de ellas que sean exitosas en dicho ámbito, se las ha preparado para ello y se las ha educado para que su fuente de gratificación y autoestima provenga del ámbito privado. En relación con ello: se ha fomentado en ellas la esfera afectiva; se han reprimido sus libertades, talentos y ambiciones; han recibido poco estímulo y bastante protección; se las ha orientado hacia la intimidad, lo interior, lo microsocial y la dependencia; y el valor del trabajo no se les ha inculcado como obligación prioritaria y definitoria de su condición.
Como puede verse, el escenario de actuación hacia el que se ha dirigido la socialización tradicional para cada género ha sido diferente y, aunque ni el ámbito privado es intrínsecamente negativo ni el público intrínsecamente positivo, el prestigio social de cada uno de estos dos mundos ha sido y es aún hoy en día claramente diferente. Así, en la sociedad occidental las mujeres han dominado el ámbito de lo privado -que está menos valorado- y los hombres el de lo público, que está más valorado; y las expectativas, prescripciones y prohibiciones siguen, al menos en cierto modo, encaminadas en ese sentido.

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