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Vida emocional y satisfacción de las necesidades en la infancia

Lilia Ma. Calderón/Las Margaritas, Chiapas lcalderon2009@hotmail.com

¿Cómo se define el apego? Para la Academia de la Lengua Española es la afición o inclinación hacia alguien o algo, es decir: un vínculo emocional hacia alguien o hacia algo, sea este un objeto o sujeto. Por eso es que en la primera infancia concierne a los padres procurar a sus hijos un ambiente acogedor que nutra al niño de cálidas emociones en su fugaz vida de lactante y para continuar su exploración y conocimiento del estrecho mundo que en él habita, bajo la cercana observación de sus figuras de apego.
Como explicación del apego existen tres teorías: una psicoanalítica, que plantea el establecimiento de una asociación entre la satisfacción de una necesidad y donde la persona la satisface generando un vínculo. Otra de carácter conductual, en la que el niño establece una relación entre la satisfacción de sus necesidades y el rostro de su madre, formando una respuesta condicionada de amor con la sola presencia de su progenitora. Y la tercera de índole etológica en la que el niño, a medida que aprende a desplazarse, se da cuenta de que el mantenerse cercano a un adulto le brinda protección ante alguna necesidad.
Los progenitores deben satisfacer las necesidades que tienen sus hijos. Esto es algo básico y necesario para la supervivencia de los más pequeños. Si no se satisfacen sus necesidades, su vida corre peligro. Ahora, se debe tener en cuenta que esta satisfacción de necesidades se produce de padres a hijos, es decir: los adultos son los que cubren las necesidades de los hijos y no al revés. Un bebé, un niño o un adolescente, jamás deberían cubrir la necesidad de su padre o madre.
Es importante que tanto padres como maestros sepan gestionar sus propias emociones, de modo que actúen como modelos de autorregulación emocional para los niños.
Con el tema de la identificación y regulación de las emociones, pasa que si se quieren niños que sean capaces de gestionar sus propias emociones, se necesitan a padres expertos en la competencia emocional. Todos los seres humanos poseen emociones, pero no todos las expresan. Si un niño no expresa sus emociones se puede deber a que no sabe qué emoción debe expresar (problema en la identificación), no quiere expresarla (es posible que tenga miedo a lo que puedan pensar los demás) o bien porque no puede expresarla (tiene serias dificultades para gestionar y expresar emociones).
No hay ningún problema en que los padres expresen las emociones a sus hijos, todo lo contrario; pero lo que sí es importante es que se afronten los miedos: no se debe evitar dicha situación porque el niño entenderá que, si su madre o padre la evita, por algo será, y entonces la probabilidad de transmitir el miedo a los hijos será mayor. Una de las cosas que define la madurez de los padres y las madres, es la tolerancia para frustrarse y la capacidad para hacer duelos y aceptar pérdidas.

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