Los Parachicos: Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
Marco A. Orozco Zuarth. [email protected]
16 de febrero de 2010, asistí a la Secretaría de Relaciones Exteriores de la Ciudad de México, como representante de la cultura de Chiapas junto Roberto López Moreno y Enmanuel Carballo, para atestiguar la declaratoria de los Parachicos como parte de la Fiesta Grande de Chiapas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por la UNESCO. La gastronomía mexicana recibió igual distinción. Hace 15 años precisamente, por ello vamos a dedicarle este espacio para resaltar la importancia de tal hecho.
Cada enero, el corazón de Chiapa de Corzo late al ritmo de los chinchines y el pito que anuncian la Fiesta Grande, un encuentro entre fe, historia y tradición. Los Parachicos, figuras emblemáticas de esta celebración, transforman las calles en un escenario donde lo sagrado y lo cultural se entrelazan. Es en esta danza, en honor al Señor de Esquipulas, San Antonio Abad y San Sebastián, donde la comunidad encuentra su identidad más profunda.
Ataviados con monteras de ixtle, máscaras de madera y sarapes tipo Saltillo, los Parachicos recorren templos, casas de priostes y altares familiares, liderados por “el patrón”, figura que personifica la autoridad y guía la ceremonia. Cada paso, cada giro al compás de la música tradicional, rinde homenaje a las raíces mestizas que forjaron esta celebración única. El aire se llena de melodías que varían según el lugar visitado: el zapateado vigoroso, los chinchines y el pito anuncian que la tradición sigue viva, aunque enfrentando los retos de la modernidad.
Con el paso del tiempo, esta tradición ha visto cambios. La participación masiva y la promoción turística han empezado a diluir algunos elementos tradicionales, como la elaboración artesanal de máscaras y los repertorios musicales originales. Lo más absurdo ha sido la introducción de las bandas y música estilo Sinaloa, de gentes que se pasean por el centro ingiriendo bebidas alcohólicas.
Sin embargo, la esencia de los Parachicos persiste, como un eco vibrante que reúne a la comunidad, fortalece su sentido de pertenencia y mantiene viva una herencia única en México.
En Chiapa de Corzo, la danza no es solo un espectáculo, es un acto de fe y resistencia cultural. Los Parachicos continúan contando la historia de su gente con cada movimiento, con cada nota que resuena en las calles. Así, la Fiesta Grande trasciende generaciones, tejiendo lazos entre el pasado y el presente y, recordando que, en cada celebración, la identidad de un pueblo encuentra su voz más auténtica.