J. Antonio Cruz Coutiño / Tuxtla Gutiérrez, Chiapas
Nunca he hecho esto amig@s, pero hoy me animo. Copio y pego aquí, los dos más vistosos trozos de un texto extenso que a modo de crónica intitulé “Memorial e insinuaciones. Elecciones 2012 en Chiapas”, mismo que espero ver publicado en el número próximo de la Revista Memoria. Todo el texto lleva la dedicatoria “Pensando en Carlos Burguete y la Tabla Rasa”. El primer retazo es la parte final del apartado titulado “Van mis ojos, mi experiencia”, y el segundo, completo, es el advertido por el subtítulo.
A la vuelta de la casilla, sobre el libramiento, César -uno de mis hijos- y yo, observamos la cola de personas pegada a la puerta cerrada de una casa. Se abría cuando alguien entraba y otra salía, y nada más. Intuimos, naturalmente, que se trataba del sitio en donde pagaban los votos, previa muestra del pulgar entintado, la credencial perforada o quizá, la foto de los votos en el celular.
César, quien estaba que trinaba y mentaba madres, le hizo el paro a un par de señoras. Ellas aseguraban que conocían a la mujer del cuaderno y la lista, y que querían hacer una denuncia pero no sabían cómo. Fue entonces cuando él hizo fotos con el celular a los colectivos y taxis; anotó el número de las placas y el nombre de las denunciantes. Regresamos a casa y se puso eufórico ante la posibilidad de esta denuncia. Llamó a los teléfonos de la FEPADE (Fiscalía Especial de Delitos Electorales) en Tuxtla y ¡todos ocupados! Llamó a los del Deefe y nada, y fue hasta que se conectó a Internet, donde descubrió un teléfono accesible, cuando por fin descargó su ira.
Poderosos jóvenes, tremendos
Pero además, algo llama nuestra atención durante estos días. La posibilidad de seguir paso a paso un evento fuera de lo común a través de los mensajes, fotos y vídeos que circulan por los intersticios de la red, por mediación de la pantalla frente a la cual escribo. Me refiero a una entre tantas movilizaciones recientes, de los chavos y chavas del Todos Somos132. La del martes tres de julio por la tarde, en Tuxtla Gutiérrez.
Antes de las cuatro comienzan a congregarse junto al Polyforum. Son apenas algunos estudiantes de la Universidad Politécnica y jóvenes que salen de Cinépolis o vienen de Chiapa de Corzo. Inician su recorrido, pasan frente a la VII Región Militar y… algo admirable: todos transitan por ahí, tranquilos. Se detienen en el crucero del Parque Cinco de Mayo, en donde suspenden el tráfico de sus cuatro dobles vías. Continúan hacia la Plaza Central y aquí entran y se manifiestan frente al Palacio del Gobierno. Se detienen junto al Parque de la Marimba y lo mismo hacen, por un buen rato junto a la Plaza de la Juventud, pequeña sección del extenso conjunto del Parque Morelos.
Se me olvida que durante todo el trayecto, sólo han afectado una mitad de la avenida más importante de Tuxtla, mientras los coches continúan. Y que los medios, en este punto, registran al menos 2,000 manifestantes. Toman aire entonces y ahora sí, todos ya sabemos a dónde van. Atraviesan la Colonia Moctezuma y adivinamos todos. Se plantan y manifiestan frente a las oficinas centrales (estatales) del IFE. Vocean, aúllan, gritan. Gritan hasta desgañitarse, hasta que aparece un altavoz o hasta que muy pronto son atendidos. Baja una comisión, ya se acercan a ellos los del IFE.
Los chavos, nuestros hijos, alumnos, vecinos, no aceptan formar una comisión “representativa”. Dicen que todos y cada uno, Todos Somos 132. Que no hay comisiones ni representantes en esto. Que no aceptan micrófonos, bocinas, pantallas. Que sólo quieren todos a capela, hacerse escuchar.
Identifico entre los comisionados a Blanca Estela, consejera electoral ciudadana; a mi antiguo profesor de secundaria, el licenciado Jorge Guillén Navarro -funcionario de la institución- y creo uno o dos más, a quienes no identifico. Sólo que, aunque no descarto la importancia de lo que ahora conversan o convienen, mucho más importantes y sugestivas resultan a ojos de todos, sus pancartas. Todas hechas a mano. Todas sostenidas con sus puños. Todas, simples cartulinas multicolores, algunas pintadas ahí mismo. Todas hermosas, pues despliegan ingenio e imaginación.
Me encanta la que expresa: “¡PELIGRO! Estudiantes armados de ideas”. Atractiva ésta que dice: “Somos los de ABAJO, y vamos por los de arriba”. Diáfana y sin par, la que nos recuerda el himno nacional: “México, la PATRIA ¡Un soldado en cada hijo te dio!” y ésta, la más entrañable: “La patria NO SE VENDE ¡La patria se defiende!”, o bien esta otra, mil veces esgrimida: “Si Zapata viviera ¡Con nosotros estuviera!”.
Advierten al público en un tono didáctico y coloquial: “Disculpe las molestias. Seguimos construyendo la DEMOCRACIA”, y no le va muy bien a los priistas. Afirman en una lámina: “Detrás del copetón, está el pinche orejón”, o bien anuncian este deseo: “Peña bombón, te queremos en PRISIÓN”, y otro que supongo refiere a su mujer: “NO estoy dispuesto a cambiar el águila de mi bandera por una GAVIOTA”, mientras otros carteles relacionan la política con los medios: “MÉXICO no es TLNovela, para ser gobernada por comediantes” o “Despacio, sin prisa. Televisa te idiotiza y TV AZTECA te apendeja”, y una más: “¡No a la TELE dictadura de baja intensidad!” y finalmente en este tema, un colofón: “La tele NO nos quiere ver. Estamos a mano”.
Observo, incluso, mensajes a sus familias y a los ciudadanos en general: “No te preocupes mamá. No llegaré a dormir. Estoy velando la PATRIA”. Otro: “Mamá, hermano, perdón. Pero estoy defendiendo a la NACIÓN” y este otro, muy convencido: “Estamos en la calle. ¡Porque estamos en la CALLE como país!”, o la pancarta que en algo desafina por su tono fúnebre: “Hoy ¡La democracia ha muerto!” o este otro que, aunque en absoluto no compartimos, igual se integra al mosaico de sus expresiones: “IFE Instituto del Fraude Electoral”, aunque al final, alguien no se olvida de la eterna y luminosa sentencia nerudiana: “Podrán arrancar todas las flores, pero no detendrán la primavera”.