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Enrique Flores Amastal Ciudad de México

Ensoñaciones

Nada de lo dicho te enloquece,
será que los versos no se anidan
en tu pelo, no forman tu cuerpo,
y sin embargo eres mi fantasía.
Si acaso mis manos te moldean,
en aquellas tardes veraniegas,
cuando el sol, ya no es sol, y oscurece
y tu piel es suave como la espuma.
Entonces el silencio vive,
con el jadeo de los cuerpos,
con aroma a pasto,
y somos aves en aquellos amaneceres,
con el rocío bañando tu cuerpo.
El silencio cobra una fuerza
que tus músculos encierran
y tienen una fuerza que aterra.
¿Dónde se acunan los silencios
que pesan más en aquellas soledades?
Soledades que viven sus recuerdos
de otros ayeres, y otros pastos,
también de otros vientos.
Nuestra memoria guarda
atardeceres en la conciencia,
sin palabras, solo el recuerdo
de los hechos, como los pastos
que acariciaron tu cuerpo,
y me robaron el momento de éxtasis,
tus ojos miraban el infinito,
tal vez buscando tu estrella.
Lo maravilloso de la entrega,
es ver en tus ojos azules,
el momento crucial donde todo es nada
y lo más paradójico es el inicio
de la vida.
Por eso, nada de lo dicho te enloquece,
será porque mi destino se anida en tu pelo
y los versos no forman tu cuerpo,
pero eres mi fantasía.

Enrique Flores Amastal

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