Ericka Sánchez B.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas
“Los pacientes que han dado positivo para COVID-19 también experimentan insomnio, delirio o incluso depresión. Muchas personas están agobiadas por el miedo a desarrollar enfermedades graves y otras están comprensiblemente preocupadas por sus vidas.
La investigación inicial indica que un tercio de los pacientes que se recuperan de COVID-19 pueden tener cambios duraderos en su estado de ánimo y sufren de ansiedad o depresión”. Carissa F. Etienne, Directora de la Organización Panamericana de la Salud.
Y no podía ser de otro modo debido a los efectos secundarios que nos trajo la cuarentena, estar en casa tanto tiempo, los duelos en tiempo de coronavirus, la situación económica generada y otras situaciones causantes de estrés.
Tener una visión global de la enfermedad en este momento, es fundamental: aquí no estamos hablando de una enfermedad individual sino “social”. Las emociones nos “enferman” de diferentes formas: física, psicológica y hasta espiritualmente, dependiendo de nuestro estado constitucional y vital.
¿Y cómo tratamos todo esto? Comúnmente con ansiolíticos y antidepresivos. Que tienen su función positiva pero pudiera ser un poco limitada, además del riesgo de efectos secundarios.
A mi entender, tenemos un grave problema sobre el cual reflexionar para saber por dónde queremos ir en el futuro y qué debemos cambiar.
Y a nivel de salud -que es lo que nos compete- ¿dónde está la visión global de toda esta sintomatología física y mental que nos está afectando, según encuestas internacionales?
Habría que volver a las bases, educando a la población de forma clara, abierta y en positivo, sin exageraciones y sin miedos a emplear terapias naturales, a hacer ejercicio regular, meditar, bailar y cantar, leer, dormir mínimo 7 horas diarias, además de emplear medicamentos sin riesgo de causar adicciones, ni efectos secundarios relevantes.
Es obvio que todos estos síntomas -miedo, angustia, cansancio, sueño, dolores- solo como estadística debe verse desde un punto de vista global; pero su trato debe ser personalizado, tomando en cuentas las características físicas, genealógicas y el entorno que rodea al paciente.
¿Y usted, que opina?
Ericka Sánchez B.
Homeópata.