Ortografía y lectura
Hoy cuesta imaginarlo, pero bajo el bullicio de los comerciantes, los cláxones y el concreto del Centro Histórico de la Ciudad de México, alguna vez fluyeron acequias y canales por los que navegaban canoas cargadas con alimentos, flores, leña y mercancías provenientes de Xochimilco, Chalco y otros puntos del Valle.
Calles como Roldán y Corregidora, aún conservan nombres que evocan ese pasado lacustre. Justo en esa esquina estaba la Acequia Real, así llamada por pasar junto al antiguo Palacio Virreinal (hoy Palacio Nacional). Su cauce conectaba casas, plazas y edificios clave, como la Antigua Alhóndiga, que en el siglo XVIII se convirtió en la Casa del Diezmo y actualmente forma parte del INAH.
En los años ochenta, hubo un intento por revivir estas rutas acuáticas mediante la creación de réplicas de acequias, pero la mayoría fueron descuidadas o desaparecieron. Aun así, si uno camina por estas calles rodeadas de comercios, aromas a café tostado, especias y comida callejera, puede casi escuchar el eco del agua corriendo.
Estas acequias no solo drenaban el agua de lluvia y residual: eran arterias vivas de transporte y comercio. Algunas de las más importantes fueron:
Acequia de Santa Ana, en Tlatelolco.
Acequia de Texontlate, bordeando Tepito y La Lagunilla.
Acequia del Apartado o del Carmen, cruzando San Cosme y Santa María.
Acequia Real, la más larga y caudalosa.
Acequia de Mexicalzingo o Canal de La Viga, que conectaba con la ciudad desde el Lago de Chalco.
Construida sobre el antiguo Lago de Texcoco, la ciudad ha visto desaparecer sus cuerpos de agua. Sin embargo, en sus calles, nombres y memoria colectiva, aún fluyen rastros de aquella ciudad que alguna vez flotó.
Esta fotografía es una ventana al pasado lacustre de la Ciudad de México, cuando las calles eran canales y las canoas, el alma del comercio. Frente a edificios coloniales, hombres y mujeres navegan y negocian entre frutas, flores y productos frescos, en un vaivén sereno que contrasta con el caos de la ciudad actual.
Es un recuerdo vivo de aquel tiempo en que el agua no solo era paisaje, sino camino, cultura y vida cotidiana. Esta imagen no solo documenta: nos transporta a una ciudad que alguna vez flotó.
Fotografía publicada por los Hermanos Kilburn, Littleton, Nueva Hampshire.
Registrado conforme al Acta del Congreso en el año 1873.
La Acequia de Roldán. Vista desde la calle nombrada en aquellos tiempos como Puerta Falsa de la Merced (hoy República de Uruguay), al fondo de la imagen sobresale la torre del templo de la Santísima Trinidad.
Fotografía: Sin fines de lucro, solo educativos.