Una Ventana Literaria

Escritor AEPCH: Marco Antonio Orozco Zuarth

Un espacio dedicado a la Asociación de Escritores y Poetas Chiapanecos, A.C.

Edgar Colmenares Sol [email protected]

Rosario: ¿Solo literatura? Rosario Castellanos fue mucho más que una gran escritora. Su obra no se limita al terreno estético o narrativo: es también una profunda reflexión histórica, filosófica y política sobre las estructuras de poder que han sostenido la opresión de los pueblos indígenas y de las mujeres en México.
Cada uno de sus textos -desde la novela hasta el ensayo, desde el cuento hasta la poesía- plantea interrogantes fundamentales sobre la identidad, la justicia, la alteridad y la dignidad. En Balún Canán, por ejemplo, no solo se narra la vida de una niña en una familia ladina de la región comiteca. Lo que ahí se revela es un sistema de dominación colonial aún persistente en pleno siglo XX, sostenido por el racismo, el patriarcado y el privilegio de clase.
Rosario no se limita a registrar estos mecanismos: los interroga con lucidez, desde la experiencia personal y desde una ética crítica. Temas clave como la reforma agraria y la alfabetización son abordados no como consignas, sino como tensiones vivas entre el ideal y su realización, entre el discurso político y la realidad cotidiana.
Pero su pensamiento va más allá del análisis social. Hay en su obra una búsqueda constante de sentido, una voluntad de interrogar el lugar de las mujeres y los pueblos originarios no solo en la historia, sino en la narración misma, en la forma en que se escribe y se construye el mundo a través de las palabras. Por eso, Oficio de tinieblas no es solamente una novela sobre una rebelión indígena: es una crítica a los modos en que el poder define lo humano y lo excluye, es un descenso al abismo de lo sagrado y lo político, a la complejidad de una violencia que no siempre permite héroes ni mártires.
Rosario no escribió desde el margen. Escribió contra el margen. Desde una conciencia encarnada en su identidad de mujer, mestiza, chiapaneca e intelectual, asumió la escritura como un espacio de resistencia y posibilidad. Su obra ensayística -como Mujer que sabe latín… o sus intervenciones públicas como embajadora- dan cuenta de una pensadora rigurosa, que entendía el arte como parte inseparable del pensamiento y la acción.
Hoy, cuando el país conmemora su vida y su legado, tenemos la responsabilidad de leerla más allá del homenaje retórico. Su escritura exige nuevas formas de lectura que integren pensamiento, contexto y acción. Leer a Rosario es un acto político y una oportunidad de transformación. Solo así ocupará, con la profundidad que merece, su lugar no solo en las letras, sino en la conciencia histórica y filosófica de México.
Porque sí: ¡Rosario nos sigue hablando hoy!

Compartir:

Última hora

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *