Agencias
Diario de Chiapas
Lo volvió a hacer. A lo que asistió el mundo fue a la coronación del Madrid como Rey de Europa por undécima en una épica batalla, que hace que la colección de milagros de este equipo sea inagotable. Una canasta de Sergio Llull a tres segundos para el final del partido colocó el 78-79 en el marcador que Sloukas no pudo cambiar. Fue el epílogo a un final de temporada comparable con el de la sección de fútbol el año pasado: triunfos impensables, obstáculos y magia, mucha magia.
Con un Chacho en estado de gracia, más cercano al de los 30 años, un Tavares imperial que apenas tuvo descanso y que fue el MVP, un buen Hezonja , un gran Williams-Goss, y un mágico Llull al final. El equipo, como pedía Chus Mateo en la previa, jugó unido, permaneció unido. Ni bajas ni gaitas. Con el Madrid, con este Madrid, no se acaba. Siempre vuelve.
El descanso no relajó a nadie, al contrario. Ambos equipos mantuvieron muy altas sus revoluciones porque era la única manera de aguantar lo que el rival proponía. Duelo de pequeños, Canaan, en su mejor partido en el mejor momento, lograba seis puntos seguidos. Al otro lado encontró la respuesta de los mejores minutos de Williams-Goss, cinco puntos seguidos. Mateo eligió jugar con Goss y Chacho juntos. El periodo murió con un 63-59 por las acciones del eléctrico McKissic y de Sloukas.
En el cuarto periodo, cuando se ganan o pierden los grandes partidos, aparecieron los mejores jugadores de este partido: el Chacho y Tavares por el Madrid; y Vezenkov y Canaan por el Olympiacos. El Chacho se pasó el partido encontrando soluciones para su equipo. O anotaba él o le daba media canasta a un compañero, sobre todo a Tavares, dueño y señor de la pintura, que sólo descansó cuatro minuto en el partido. En los griegos, Vezenkov aceptó la invitación de ser el líder y se fue a los 29 puntos, 9 de ellos en este periodo. Mientras Canaan seguía construyendo el mejor partido de su carrera.
Fue cuando apareció Llull para ganar el partido con una canasta a tres segundos para el final. De esas que sólo él es capaz de lograr. Todo vino por un triple del Chacho a 45 segundos, pero lo de Llull, otra vez, fue prodigioso. En realidad, fue un Madrid prodigio

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