Rafael Martínez Pérez, un alfarero con más de 20 años de experiencia, cuenta sobre la importancia cultural de este oficio, que busca dar a conocer más allá de las fronteras.
Marcos Ramos / Diario de Chiapas
Nuestro estado lo tiene todo. Parte de la riqueza cultural la aporta el valle de Cintalapa Figueroa con el trabajo de alfarería, un arte que Rafael Martínez Pérez realiza desde hace 20 años.
Desde entonces sus manos e imaginación hacen que un poco de barro se convierta en obras dignas de ser adquiridas y exhibidas al mundo.
El domicilio del artesano se ubica en la 12ª Poniente entre 9ª y 10ª Sur del Barrio de San Martín.
Rafa, como lo conocen, cuenta que un día llegó al taller del señor Sergio Martínez, llamado ‘A media luna’, ubicado en el Barrio de Santo Domingo, porque el trabajo que ahí se hacía a él le llamaba la atención; pero lo que más le gustaba, era pintar.
Por seis meses acudió para aprender, ya que por los trámites de su titulación tuvo que dejar de llegar.
Al paso de un año y ante la falta de empleo, se vio obligado a montar su propio taller en un espacio que le brindó su madre; y el con el apoyo económico de algunos parientes compró algo de herramienta para poder trabajar.
“En los seis meses que estuve con don Sergio aprendí lo básico, pero a mí desde pequeño me gustaba todo esto, pero lo que más me llamaba la atención era la pintura, así que me dediqué a echarle muchas ganas para perfeccionar mi trabajo y al paso de 20 años ya, mi familia y yo estamos muy contentos lo que con nuestras manos hacemos en el taller”, que lleva por nombre ‘Fridie Artesanías’.
Para Martínez Pérez ahora su objetivo es seguir dando a conocer la cultura del pueblo y que sus obras crucen fronteras; “que la gente sepa que en Cintalapa hay una familia que hace magia al tener un poco de barro y pintura en sus manos”.
PROCESO DE ELABORACIÓN
Después de buscar la materia prima (el barro) en diversos lugares, en la Guadalupe Victoria (mejor conocida como La Nueva) encuentra lo que necesita. No debe tener mucho carbón, porque de ser así y cuando las figuras están en proceso de secado, si les da un poco de viento se parten y todo el trabajo ya avanzado se tendría que volver a hacer.
Una vez que llega al taller con los costales de tierra, los mete en una tina donde la remoja, luego la cuela y por último lo pasa al área de secado donde permanece dos días. De ahí extrae el material que le serviría para hacer una gran gama de figuras, las mismas que después de ser retiradas de los moldes de yeso, coloca en un horno por un lapso de cuatro horas, para después lijarlas y llegar al último momento: la pintura o decoración.
Hace diversas figuras, desde cruces, servilleteros, chiapanecas, parachicos, jarrones, y el invento de la casa, aretes de barro. Aunque puede hacer lo que el cliente pida, con un mes mínimo de anticipación.
“Que gusto me da decirles que el trabajo que acá en casa y con mi familia hacemos ya ha cruzado fronteras, hace poco tiempo nos hicieron un pedido de 11 cruces que mandamos a las Islas Canarias, y eso para nosotros es muy motivante porque nos damos cuenta que lo que hacemos a la gente le gusta, también tenemos otro cliente que nos pide solo cruces con diseños de trajes regionales de nuestro bello Estado”, sostuvo.
Sus obras se pueden encontrar en el corredor cultural de Chiapa de Corzo y San Cristóbal, además de Monterrey, Sinaloa, Ciudad de México, Veracruz y Guadalajara, por citar algunos puntos.
“Todos los artesanos de este valle estamos haciendo un esfuerzo sobrehumano para poder terminar de construir nuestro corredor cultural que llevará por nombre ‘San José El Alfarero’, se ubicará al lado oriente de la ciudad y se pretende terminar el próximo 19 de marzo, eso será para nosotros una forma de poder exponer al máximo nuestro talento, esperado que la gente llegue, observe, se enamore y compre algún detalle para llevárselo a casa, porque la pandemia nos ha pegado muy duro”
