Esto implica un riesgo, destacó la investigadora, ya que faltan cálculos, análisis en la calidad de los materiales
Marco Alvarado/ Diario de Chiapas
Más que el sismo en sí mismo, las vidas humanas corren riesgos en estructuras mal construidas, no obstante, pocas veces se toma en cuenta esto, sobre todo en la construcción particular.
En opinión de la investigadora y colaboradora en el monitoreo vulcanológico y sismológico de la Unicach, Avit Mendoza Ponce, es necesario unir esfuerzos entre ingenieros civiles y gente formada en las geociencias para capacitar a las poblaciones de las comunidades, donde la autoconstrucción es la norma, y muchas veces sin seguir protocolos de seguridad en caso de sismos.
Aunque luego del terremoto del año 2017, el gobierno federal impulsó la autoconstrucción en las regiones dañadas, como Chiapas y Oaxaca, esto implica un riesgo, destacó la investigadora, ya que faltan cálculos, análisis en la calidad de los materiales, incluso el conocimiento de la dinámica del suelo.
“Creo que estas capacitaciones podrían ayudar a corregir errores en la autoconstrucción que, ante un movimiento de tierra parecido o similar al de 2017, puede tener consecuencias fatales”.
La construcción informal tiene mucho arraigo en el país, principalmente por un tema económico, sin embargo, cuando ocurre un sismo, estas obras se ponen a prueba y entonces surgen las fallas, como paredes o muros que se agrietan o incluso colapsan.
Al no haber una planeación, no se sabe cómo se comportará la estructura durante un sismo, y en el caso de los materiales, si la lógica es ahorrar lo más que se pueda, tampoco existe plena confianza de que resistirá, no sólo el paso del tiempo, sino el movimiento del suelo.
A esto se suma que en las comunidades los reglamentos de construcción son casi letra muerta, lo que aumenta el riesgo de resultados catastróficos “pensemos en que si ocurre un sismo y estamos en campo abierto no pasa nada, en cambio, dentro de una construcción, hay muchos elementos que pueden fallar”, destacó.