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Marco Alvarado/Diario de Chiapas
Las poblaciones indígenas del sureste mexicano son las más vulnerables ante las enfermedades crónicas, y además carecen del acceso completo a los servicios de salud cuando ya las padecen, esto de acuerdo con datos recogidos por la organización El Poder del Consumidor y el Centro de Capacitación en Ecología y Salud para Campesinos y Defensoría del Derecho a la Salud.
Según este aná lisis, entre los años 2010 y 2020 se reportó un aumento de 139 por ciento de muertes por diabetes en localidades con un alto porcentaje de población indígena, en especial en las zonas rurales de los estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero.
La evidencia científica relaciona el consumo de productos ultraprocesados, altamente calóricos, con la aparición de esta enfermedad, y también el nivel socioeconómico y educativo bajo se asocia con el desconocimiento de padecer diabetes, así como con una mayor prevalencia de hipertensión y menor control de la misma.
En el país cerca de la mitad de la población adulta tiene hipertensión, un 14 por ciento diabetes, 15 por ciento enfermedad renal y 56 por ciento síndrome metabólico: obesidad abdominal, glucosa, colesterol y triglicéridos elevados en sangre, y este riesgo aumentó en el 56 por ciento de la población que se ubica en niveles socioeconómicos bajos y muy bajos.
Por ejemplo, en las poblaciones del sureste mexicano el índice de bienestar bajo está asociado con un mayor consumo de bebidas endulzadas, que contribuyen a la epidemia de diabetes entre las comunidades indígenas.
En el informe La Desigualdad y las Enfermedades Crónicas en México, se señala, por ejemplo, que al empobrecerse aún más, las poblaciones no solo comen peor, sino que aumentan las probabilidades de padecer complicaciones, lo que los hace mucho más vulnerables.
Y la carencia económica conlleva a desplazar el consumo de alimentos saludables, a lo que se añade que la falta de información suficiente por parte del sector Salud, induce a las madres a creer equivocadamente que estos productos son adecuados para la alimentación infantil, tal es el caso de los jugos procesados.
Como resultado de esta desigualdad, más del 68 por ciento de la población hablante de alguna lengua indígena padece el síndrome metabólico, mientras en su entorno aumentan los ambientes obesogénicos, el consumo de productos ultraprocesados y bebidas endulzadas.

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