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Alto Mando

Miguel Ángel Godínez García

El 6 de enero, Día de Reyes, un día después del operativo efectuado en Jesús María, Sinaloa, para recapturar a Ovidio Guzmán, líder del Cártel del Pacífico, el secretario de la Defensa Nacional, General Luis Cresencio Sandoval, rendía, ante el presidente Andrés Manuel López Obrador, un parte de novedades: 29 muertos, 19 de ellos, sicarios; 10 más, soldados del Ejército, éstos, caídos en el cumplimiento de su deber; 35 heridos y 21 detenidos.

El 5 de enero, a unos kilómetros de ahí, en Escuinapa, otros cinco militares perdían la vida en un enfrentamiento con integrantes del cártel de Ovidio. Entre ellos estaba el Coronel de Infantería, DEM, Juan José Moreno Urzúa y cuatro de sus escoltas. El convoy en el que viajaban de Nayarit a Sinaloa tenía la misión de reforzar el operativo, pero fue emboscado.

En total, 15 soldados murieron ese día. El servicio de las armas exige que el militar lleve el cumplimiento de su deber hasta el sacrificio y que anteponga al interés personal, el respeto a la Constitución, la soberanía de la Nación, la lealtad a las instituciones y el honor del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, y así lo hicieron.

El domingo 8, en el Campo Militar Número 1 se realizaron los honores fúnebres a los militares fallecidos en el culiacanazo 2, estuvo presente el secretario Luis Cresencio y la Plana Mayor del Ejército y FAM; también estuvieron directores de armas y servicios; jefes, oficiales y tropa, pero faltó uno, el más importante, por su rango y liderazgo: el comandante supremo de las Fuerzas Armadas.

Para la ceremonia se tenía confirmada su asistencia, pero no llegó. Los honores concluyeron con su ausencia. El lunes 9, López Obrador no justificó nada. Solo envió un mensaje en su mañanera: “Lamentamos la pérdida de la vida de cualquier ser humano. Nos dolió mucho el que, en cumplimiento de su deber, 10 elementos del Ejército y una mujer de la Guardia Nacional, hayan fallecido. Ya se ha hablado con sus familiares, se les está apoyando en todo y hay mucho amor, mucho cariño, mucha solidaridad”, pero también lamentó la muerte de los delincuentes.

“Aunque se trate de personas que tomaron el camino de las conductas antisociales, nos duele que pierdan la vida y lo sentimos mucho por sus familiares. Nosotros estamos por la defensa de la vida”, decía ante parte de su gabinete y de la prensa.

Otra vez, como en otras ocasiones en las que un militar pierde la vida en cumplimiento de su deber, de su comandante supremo no hubo un minuto de silencio. Tampoco montó una guardia de honor. No hubo siquiera un solo gesto de empatía.

Estos soldados, al igual que muchos otros, solo fueron para él, “alguien más”, no los valientes que ofrendaron su vida por la patria, por la legalidad, por la Constitución y por las instituciones.

Bien por la SSC de Omar García Harsfuch. Logró la captura de 11 presuntos responsables del atentado a Ciro Gómez Leyva. El Gral. Audomaro Martínez, de la CNI, fue quien intervino con los servicios de inteligencia federal, sin embargo, falta lo más importante, dar con el autor intelectual y determinar el motivo.

“Traigo al de Canadá”. Fueron por demás bochornosos los errores de logística del personal de seguridad de la 4T que atendió la visita de los jefes de Estado de Canadá y EU, en la reciente Cumbre de Líderes de Norteamérica. El Estado Mayor Presidencial cuidaba el más mínimo detalle, no por nada tenía reconocimiento internacional. 

De Imaginaria. Seis mil 60 elementos de la GN fueros desplegados en el Sistema de Transporte Colectivo (Metro), tras los accidentes por falta de mantenimiento, pero Claudia Sheinbaum señala que son “fuera de lo normal”.

La jefa de Gobierno presume tener la mejor policía del país; más de 80 mil elementos, superior en número al de la Secretaría de Marina, de ahí que no se comprende por qué echa mano de la GN cuando hay estados como Zacatecas, Sinaloa, Veracruz, Gro. y Michoacán, que enfrentan verdaderas situaciones de emergencia por el crimen organizado.

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