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Del mensaje político a la rendición de cuentas. Cuarto informe

Todos los primeros de septiembre se reúne el Congreso General para instalarse, iniciar el periodo de sesiones y recibir el informe por escrito del presidente, quien organiza un acto público para emitir un mensaje político fuera del espacio legislativo donde muestra su estilo personal de gobernar.

El Cuarto Informe de López Obrador fue breve, lo que se agradece, sintetizó lo que repite cotidianamente en las mañaneras y justificó su acción de gobierno con cifras mañosamente extraídas de los informes del INEGI y el CONEVAL sobre la medición de la pobreza y la desigualdad social. Además, marcó como los grandes logros de su administración los programas sociales y la existencia del TMEC. Coincido en que no basta el crecimiento económico, pero tampoco puede haber superación de las condiciones de marginalidad de los grandes grupos sociales sin éste, ni sin mayor productividad.

En palabras del presidente, la población urbana, que representa el 80% equivalente a 102 millones de personas, redujo su ingreso en más del 8%, y la rural, aumentó en un poca más del 3.8%. Los más pobres incrementaron su ingreso (no dijo si real o nominal) en 1.3% y los adultos mayores un ingreso en términos reales sin incremento real del 2018 al 2020. El manejo de porcentajes y cifras absolutas a conveniencia del presidente muestra que es igual a sus antecesores. En eso nada ha cambiado.

Además, un análisis cuidadoso revela que no son cifras para presumir, ni demuestran la reducción de la desigualdad social solo un empobrecimiento generalizado como efecto de la pandemia, que fue mitigado con transferencias directas a 11 millones de personas, menos del 10% de la población, que consumieron los ahorros públicos que se habían logrado en los últimos 20 años.

En ese tenor, continuó el discurso proselitista alejándose de la realidad y dirigido a justificar la ruta de su gobierno que seguirá sin cambios sustanciales en las líneas trazadas hacia el futuro inmediato. El triunfalismo y el mensaje a sus corcholatas, presentes en el informe, de que no habrá marcha atrás en la transformación para el próximo sexenio, consumieron la mayoría de los 44 minutos del informe.

Finalizó con una confesión sobre “su aplomo y serenidad y su respeto y amor al pueblo” y su estado de ánimo y su gratitud por la oportunidad de encabezar la “odisea por la felicidad del pueblo” en medio de una economía con nulo crecimiento, un escenario de alta inflación (tasa de más del 13% en alimentos) y un incremento de la inseguridad pública.

Lo que sucedió ayer, como siempre ha sucedido desde la Constitución de 1824, fue un discurso político de justificación de un gobierno y no una rendición de cuentas efectiva, la cual se lleva a cabo con el texto amplio del informe entregado por escrito, la glosa del mismo con la comparecencia de los servidores públicos de alto nivel a las cámaras y la presentación de la cuenta pública.

El mensaje de López Obrador, hay que señalarlo, se emite en un momento de alta popularidad, como la que tenía López Portillo en su cuarto año de gobierno, y fue bien recibido por sus simpatizantes y seguidores y aplaudido “a rabiar” por sus colaboradores y corcholatas, que en este momento esperan ser destapadas -ungidos por el dedo presidencial apoyado en las encuestas- y serían incapaces de señalar los defectos de la autollamada 4T que deben corregirse.

Las primeras reacciones, son eso, posicionamientos de fieles, aliados, simpatizantes, opositores y adversarios que apoyan o repudian lo realizado en los tres años y nueve meses del gobierno lopezobradorista. Unos tienden a ser acríticos y otros excesivamente críticos lo que nos da un panorama de la polarización política y social que vivimos.

Según, el análisis de SPIN, que es debatible por su propia naturaleza y metodología, arroja que presidente en su informe expresó 173 afirmaciones falsas, engañosas o que no puede probar, 120 afirmaciones no comprobables, 50 promesas y 3 falsas y las redes se dividen en dos bandos.

Sin embargo, el acto de ayer sólo es el banderazo para un análisis profundo de las cifras y la revisión a detalle de los cuadros estadísticos y justificaciones del desempeño gubernamental que es el auténtico ejercicio de rendición de cuentas, que concluye con los informes de resultados que presentará la Auditoría Superior de la Federación en 2024 respecto a lo expresado el 02 de septiembre.

El informe es un preliminar de la cuenta pública y es el documento base para el debate público en los próximos tres meses y medio. Ya habrá oportunidad de revisar, por ejemplo, cuál es el impacto real de los logros anunciados en salud en Tlaxcala, Colima y Nayarit respecto al total del sistema nacional cuando la población de estos estados representa el 2.5%de la total en el país. El 1 de septiembre recibimos el mensaje, ahora nos corresponde como ciudadanía analizarlo y opinar. Así se construye la democracia.

Investigador del Instituto Mexicano de Estudios.

Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales.

cmatutegonzalez@gmail.com

www.carlosmatute.com.mx 

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