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El desmantelamiento de la gestión gubernamental

Carlos Matute González

La renuncia a la Secretaría de Economía de Tatiana Clouthier, que es una figura política relevante por su genealogía e imagen de ser una mujer inconforme con la injusticia en México y “luchona” ante la adversidad fue sorpresiva, pero esperada. Esta separación del cargo fue un reacomodo del equipo de colaboradores del presidente y su causa es probablemente un distanciamiento de sus proyectos personales, lo que modifica las percepciones de la opinión pública sobre la pluralidad de la integración del gobierno.

La carta de renuncia leída en la mañanera con voz entrecortada por la secretaria saliente, el abrazo negado por el presidente, la reacción adversa por este gesto y la justificación en una supuesta distracción de López Obrador ante el intento de Tatiana Clouthier de mostrarle su afecto y respeto, así como las explicaciones poco convincentes de la separación del gobierno y los mensajes de reconocimiento de su trabajo de sus ex compañeros de gabinete y de las corcholatas y su reunión con una de ellas son hechos que impactan a la opinión pública.

El nombramiento en sustitución de Clouthier en la Secretaría de Economía de Raquel Buenrostro, la mano dura del gobierno federal en la persecución de la evasión fiscal de algunos empresarios y en pleno proceso de consultas del T-MEC con Estados Unidos y Canadá por la política energética mexicana, así como la reacción de las organizaciones de industriales y comerciantes que manifestaron su disposición a continuar con el diálogo y cooperación con el gobierno a través de la nueva titular del ramo son mensajes a la opinión pública sobre la reorientación de la negociación comercial y las alianzas del gobierno con la mira puesta en la última parte del sexenio.

La opinión pública son las actitudes, expectativas y valores compartidos por la sociedad civil en un momento determinado que permite conformar la unidad de acción en un estado y conocer las perspectivas de los individuos como parte de una colectividad. Esta se forja a través del debate abierto, racional y crítico bajo el supuesto que hay libertad de expresión y prensa y en su integración participan el gobierno, las organizaciones políticas, económicas y sociales, los sindicatos, los medios de comunicación y los “influencers” en las redes sociales.

La opinión pública tiene dos planos: el profundo o integrador de la unidad que en México encuentra sus raíces en los sentimientos de la Nación de Morelos y el superficial o coyuntural que expresa la posición de las personas respecto a un hecho social especifico. La primera permanece porque sostiene la convivencia social y la segunda es variable y es la que suele interesar al político en las elecciones.

La opinión pública es esencial en la consolidación de la gobernabilidad en una sociedad democrática, explica la renovación pacífica del poder social y sus procesos de legitimización y establece parámetros de actuación del gobierno en turno cuya permanencia o continuidad requiere que tenga una opinión favorable o menos desfavorable con respecto a su oposición.

Sin embargo, el gobierno que posee un aparato profesionalizado, que es la administración pública, más información organizada para cumplir con sus fines, en comparación a aquella que se debate en los medios de comunicación y en el internet debe tomar acciones que a veces contrarias a las preferencias ciudadanas registradas en las encuestas que miden la opinión pública en diversos temas.

Entonces, la gobernabilidad de largo plazo requiere que la administración pública actúe con objetividad e independencia de los objetivos políticos inmediatistas vinculados con las elecciones y oponga su visión y misión a los vaivenes propios de la opinión pública en beneficio del interés general en la toma de decisiones, que el político puede o no considerar dependiendo de las circunstancias.

Las organizaciones estatales permanentes ajenas a los procesos políticos-mayoritarios, son una de las garantías de que se conservarán los valores de la opinión pública profundos como son el convencimiento de que la forma de gobierno más apreciada es la democracia o que la acción gubernamental debe procurar el bienestar colectivo. Esto es lo que justifica que haya un proceso permanente de profesionalización y que los mandos de la administración pública sean ocupados por personas que han dedicado su vida al servicio público.

En ese sentido, es inexplicable la remoción de la mayoría de los mandos de la Secretaría de Economía, especialmente el de la subsecretaria De la Mora, que eran los responsables de las delicadas negociaciones tendientes a evitar la realización del panel de expertos por la política energética mexicana.

Hay un desmantelamiento de la gestión gubernamental que es evidente con las renuncias recientes, pero muchos servidores públicos han dejado de colaborar por diversas razones desde la precarización de las condiciones laborales hasta la política de la preferencia de lealtad sobre profesionalización. Este descuido del aparato administrativo pasa factura que la paga la ciudadanía con los malos y escasos resultados de la acción estatal.

Investigador del Instituto Mexicano de Estudios

Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales

cmatutegonzalez@gmail.com

www.carlosmatute.com.mx

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