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Ser el jamón del sándwich, la disyuntiva de México en la contradicción

Juan Carlos Gómez Aranda

La política exterior de nuestro país está viviendo momentos definitorios que requerirán de los mayores esfuerzos para salir bien librados. Las agendas por atender con los países del sur y del norte son desafiantes y complejas, y entre ambos hemisferios nuestro país se asemeja al jamón del sándwich.

Los principales temas pendientes de resolver con Centroamérica se encuadran en inseguridad, pobreza, efectos de fenómenos naturales, violencia y falta de oportunidades, que obligan a miles de habitantes de dicha región a emigrar, frecuentemente con el riesgo de perder la vida. En el norte los asuntos en curso son la inseguridad que causa el tráfico de personas, armas y drogas, así como los retos del intercambio de mercancías con el mayor mercado del mundo y recientemente, las disputas causadas por las políticas energéticas de la 4T.

Los problemas en las fronteras sur y norte no dan tregua. Por el Suchiate y las selvas Lacandona y del Petén, cada día cruzan miles de inmigrantes indocumentados que ponen a prueba la política humanitaria de México. En este momento más de 50 mil personas deambulan por la región fronteriza de Chiapas en aras de cruzar el país para llegar a los Estados Unidos; tres mil de ellas causaron disturbios la semana pasada en las oficinas de regulación migratoria en su exigencia de obtener permisos para transitar por territorio mexicano.

La Guardia Nacional pasa apuros para contener a cientos de venezolanos, hondureños, haitianos y personas de otras nacionalidades que, entre piedras, palos y gases lacrimógenos se amotinan por impaciencia y desesperación al no obtener las visas o la calidad de refugiados que pretenden. El refreno fronterizo obliga a miles de familias extranjeras a desbordar albergues, y las autoridades y las ONG se ven superadas a pesar de sus esfuerzos por atender la demanda de auxilio.

Regiones sureñas del país, otrora pacíficas, sufren los embates de la delincuencia, pero sus habitantes no se arredran ni resignan ante el nuevo clima de violencia que asedia en municipios que son baluarte cultural e histórico de México como Comitán de Domínguez.

En el norte, la siempre compleja relación con el vecino se agita aún más por la retórica oficial de este lado del Bravo. El más reciente detonador fue la solicitud de Estados Unidos y Canadá, los socios de nuestro país en el T-MEC, para hacer consultas que solucionen el diferendo sobre las decisiones del presidente López Obrador para fortalecer el control estatal del mercado energético a través de la CFE y de PEMEX, en detrimento de las empresas de aquellos países, posiblemente violatorias del Tratado, dicen en Washington y Ottawa.

Si esta disputa no se resuelve durante la etapa de consultas, tendría que establecerse un panel de solución de controversias para definir la procedencia de la queja, donde si el árbitro silba en contra de México, la resolución puede ser potencialmente muy costosa para el país.

Para atender este frente diplomático y comercial, el presidente López Obrador decidió desplegar una actitud desafiante con un discurso político cargado de nacionalismo, con exhortos encendidos de defensa de la soberanía nacional, que alcanzará su clímax durante las fiestas patrias.

La postura de los analistas sobre el tema difiere de la oficial, tanto que parece un diálogo de sordos o el juego de Juan Pirulero, pues mientras el presidente afirma que el tema energético no forma parte del Tratado, aquellos lo contradicen. Por otra parte, es notorio que el presidente se ha ocupado del tema, pues trató de evitar la crisis negociando personalmente con las empresas inconformes por el cambio del marco legal en el sector energético. Pero otros conocedores concluyen que AMLO no está familiarizado con los detalles del Tratado y las consecuencias de incumplirlo por la imposición de aranceles que afectarían a productos nacionales de exportación a esos mercados. Al mismo tiempo, el presidente López Obrador está convencido de que es Joe Biden quien no conoce los pormenores, por lo que le envió una carta.

De cualquier manera, hasta ahora las partes han expresado su confianza de que el diferendo se resolverá durante el período de las consultas, pero el margen de maniobra se estrecha porque la narrativa oficial no podrá retroceder, pues “lo dicho, dicho está”. Por supuesto que no saldremos del Tratado, pero se necesitará prudencia en el momento de atizar los sentimientos nacionalistas de la población que respalda al presidente y en sentido contrario, para atemperar la molestia de los sectores productivos que tendrían pérdidas desastrosas y padecerían la afectación de los empleos de miles de trabajadores que forman parte de las bases que simpatizan con el régimen.

No conviene colocar al país en una encrucijada para poner a prueba la fuerza de los devotos contra los herejes. Sin embargo, es posible que sólo se trate de retórica y los desplantes no pasen de ser parte de una estrategia política ante los conatos de incendio que se avivan en las antípodas del país. ¿Serán los discursos –como las estampas o amuletos–, el “detente” para resolver los problemas fronterizos?

Twitter: @JCGomezAranda

jcgomezaranda@hotmail.com

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