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Juan Eduardo Martínez Leyva

El águila y la serpiente han sido dos animales que han estado presentes en los relatos mitológicos de casi todas las culturas. Cada uno por su lado acumulan innumerables historias y están cargados de un simbolismo particular. En la Enciclopedia de los Símbolos de Udo Becker encontramos sus atributos particulares. El águila está asociado al sol, al cielo y a veces también al rayo y al trueno. Alude a la realeza y a la divinidad desde épocas muy remotas. En la mitología grecorromana simboliza y acompaña a Zeus (Júpiter). Entre los pecados capitales representa la soberbia y entre las virtudes a la justicia.

La serpiente, por su parte, tiene en casi todos lados, un significado crónico. En África era adorada como una divinidad, en Mesoamérica era una imagen de la lluvia y la vegetación, en China la relacionaban con la tierra y el agua, en la India se consideraba como mediadora benévola o funesta entre los dioses y la divinidad, también se creía que era la base en donde se asienta la energía cósmica (Kundalini), en Egipto la diosa cobra era protectora del crecimiento de las plantas y también tenían serpientes con pies, con varias cabezas y aladas, del tipo de la serpiente emplumada de Mesoamérica. La mitología egipcia, así mismo, consideraba a la serpiente como enemigo principal del dios solar. Apofis tenía figura de serpiente. En esta cultura encontramos también a la serpiente que se muerde la cola (Uroboros). Entre los hebreos tiene un aspecto seductor, amenazador y es paradigma del pecado y el Diablo, pero anteriormente este pueblo adoró a una serpiente de bronce. Los griegos la vieron como un referente de la medicina (Asklepios-Esculapio) por caracterizar la renovación de la vida por sí misma. Los nórdicos tenían a la serpiente Midgrad que rodeaba la tierra y amenazaba al mundo. El cristianismo primitivo la comparaba con el Leviatán.

En el escudo nacional mexicano se unen ambos animales para representar el mito fundacional de este país. La leyenda dice que los peregrinos fueron advertidos por su dios que en el lugar en el que encontraran un águila posada en un tunal, ahí deberían edificar su ciudad. Y en efecto así lo hicieron. Construyeron su asentamiento en una meseta ubicada a más de dos mil doscientos metros sobre el nivel del mar. En el Códice de Fray Diego Durán, que se supone ser una copia de algún códice indígena, existen dos pictogramas que hacen alusión a este acontecimiento. En el primero, la portada, está un águila con sus alas extendidas posada en un nopal sosteniendo con sus garras un ave y con su pico la devora. Arriba del águila aparece un símbolo del sol. A los lados se encuentran dos figuras humanas sentadas (hombre y mujer) que se observan de frente. Está el tunal en un islote y sobre él, el águila igualmente con sus alas extendidas posa parada en una sola pata y tiene sujetada a una serpiente semi enroscada verticalmente. Con el pico coge su cabeza y con las garras de su otra pata aprieta la parte inferior de la serpiente. A los lados están cinco indígenas -dos de un lado y tres del otro- dialogando. La nota del Códice que explica esta última lámina dice: “De cómo los mexicanos, avisados por su Dios, fueron a buscar el tunal con el águila y cómo lo hallaron y del acuerdo que para el edificio hicieron”.

La imagen del águila y la serpiente en pugna no es exclusiva o particular de la primitiva cultura mesoamericana. En la antigua sumeria, a principios del tercer milenio antes de nuestra era, se confeccionó un mito que da cuenta de una disputa entre un águila y una serpiente. Se trata del mito de la coronación de Etana, considerado el primer rey de la ciudad de Kish posterior al diluvio mesopotámico. En el relato se dice que ambos animales tenían un acuerdo que consistía en que la serpiente viviría al pie de un determinado árbol y el águila en la copa de sus ramas. Ambos vivirían en paz y compartirían el alimento. El pacto se rompe al devorar el águila las crías de la serpiente. La serpiente urde con ayuda del dios Shamash la venganza que, sin embargo, nunca se logra. (G.S. Kirk, El mito)

En la mitología nórdica encontramos nuevamente el motivo de la disputa entre el águila y la serpiente. En lo alto de un fresno conocido como Yggdrasil se encuentra un águila que lucha diariamente con una serpiente, Midgrad, que se ubica en sus raíces y amenaza con derribar el árbol. (Mircea Eliade)

En otros mitos podemos ver también, aunque de manera indirecta, la disputa entre estas dos fuerzas simbólicas. En Grecia, Zeus, que a menudo es representado por el águila, derrota en una batalla cósmica a la serpiente Tifón. En la India, el dios del cielo, Indra, mata a la serpiente Vritra.

Los distintos ejemplos, que ciertamente no se agotan aquí, bastarían para demostrar que la imagen del águila devorando a una serpiente encima de un nopal (el árbol como intermediario en la disputa), no es un motivo propio de nuestros ancestros indígenas. En todo caso, si hubiera que otorgar un certificado de origen o de derecho de autor, éste lo ganaría sin duda la antigua cultura sumeria.

Cuando se observa, a través de la mitología comparada, que las diferentes culturas y pueblos del mundo comparten en su contenido esencial gran cantidad de sus relatos mitológicos, los márgenes para los sentimientos de excepcionalidad como pueblo o nación se reducen considerablemente. En el caso mexicano, descubrir que los símbolos del escudo nacional fueron tratados explícitamente por otros pueblos miles de años atrás, podría decepcionar a aquellos que piensan que los mexicanos tenemos una hechura única y somos muy distintos al resto de los pueblos. La ciencia del genoma nos ha enseñado que compartimos una misma biología y el estudio de los mitos nos dice que tenemos la misma forma de contarnos nuestros cuentos.     

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