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AMLO vs. Monreal, batalla final

Al presidente López Obrador se le acaba el tiempo. No quiere y no puede dejar pasar un solo día más sin resolver, de manera definitiva, el asunto Monreal. El problema es que no sabe cómo. Quiere aplicar la solución del descontón político pero sus operadores no han estado a la altura del desafío. Son burdos. Recurren al brochazo y no al pincel. Que varios secretarios de Estado hayan dejado plantados a los senadores de su propio partido, Morena, dejó mal parados a los secretarios y más fortalecido a Monreal.

Las jugarretas al interior de la bancada en la selección del presidente de la Mesa Directiva del Senado hicieron evidente que la bancada está mayoritariamente al lado del zacatecano. Al menos lo está hasta hoy, pero mañana quién sabe. Dicen que el mandatario federal está tentado a tomar otros caminos, como mandarle a la UIF o la FGR, o a las dos al mismo tiempo, pero puede ser demasiado tarde para esas opciones porque quedaría muy evidente que la mano que mece de la cuna es la de AMLO.

Ya está claro que al interior de la bancada no hay nadie del nivel de Morenal. Se puede montar una acción concertada para tumbarlo, un motín a bordo, para sacarlo de la Junta de Coordinación Política, pero eso crearía un mártir político con capacidad para desafiar, no digo para vencer, al presidente y su proyecto sucesorio 2024.

En menos de un año se decidirán muchas cosas. El plan A de AMLO para el 2024 es AMLO, se sabe, pero el resultado de la elección del 2021 descarriló esa opción. La segunda opción es dejar el cargo, pero mantener el poder político y no saltar las riendas de Morena que es un caballo brioso, sin domesticar, y que si no lo controla AMLO tirará para el monte y no lo volveremos a ver. De modo que construir un Maximato es una aspiración que comparten muchos de los dirigentes de Morena.

No crea que se guardan como secreto esta jugada, al contrario, quieren mostrarla y formalizarla en el próximo Congreso Nacional del partido a finales del mes, cuando una corriente morenista pedirá a López Obrador que se convierta en el jefe Máximo, como lo fue el general Calles en su momento. Para concretar este escenario el presidente tiene a dos de las tres corcholatas más mencionadas: Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López. Me parece un cálculo riesgoso. Todos saben que la jefa de Gobierno y el secretario Gobernación están jugando a ser el eco de AMLO. Lo hacen para seguir siendo considerados, pero si alguno de los dos llega al poder tomará su propio camino.

La gran pregunta política de los siguientes meses es ¿qué hacer con Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal? ¿Podrían maniobrar juntos? Ya se dijo arriba que para el zacatecano tienen listo el cadalso político. Les ha costado trabajo subirlo, pero lo tienen en la mira. El caso del canciller Ebrard es la gran incógnita. Sabe cómo lo sabe todo mundo que el presidente ya tomó la decisión a favor de Claudia que antes del siguiente informe de Gobierno estará en campaña. Marcelo puede esperar tranquilamente a que Sheinbaum se caiga, puede darle un empujoncito, o puede buscarle por otro lado. Una vez que concluya el Congreso Nacional de Morena quedará claro que el partido está, por aclamación, con Sheinbaum. Si de verdad Ebrard esta vez no va a declinar tiene que buscar otro partido político para aparecer en la boleta 2024, que podría ser el PVEM.

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