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Juan Manuel Asai

Nada me cuesta reconocer la habilidad del presidente López Obrador para estar en campaña permanente. Mañana, tarde, moda y noche. Hacerlo requiere energía e imaginación. Hay que inventar todos los días nuevos actos de campaña, ya sea consultas, marchas, informes de labores. Cualquier ocurrencia es buena para ensalzar los éxitos propios, reales o inventados y, claro, para pegarle a los enemigos emboscados, los integrantes del bloque opositor, los malvados de la historia, que lo quieren ver arruinado, preso o de plano en el panteón.

En esta lógica, la de la campaña permanente, el presidente López Obrador dio el visto bueno para la realización de uno o más debates entre las corcholatas que aspiran a ocupar su escritorio en Palacio Nacional a partir del 2024. Será interesante ver cómo organiza los debates porque se trata de hacer propaganda, claro, incluso hacer varios debates en distintas plazas del país, pero no de poner en riesgo a la corcholata designada, o sea Claudia Sheinbaum, ni de darle una oportunidad real de crecimiento a Ricardo Monreal. Tampoco es para tanto. El senador Monreal fue, por cierto, el de la idea en un intento desesperado por competir en piso parejo, pero la verdad ni siquiera estoy seguro de que cuando los debates se realicen, para la próxima primavera, todavía sea parte de Morena.

Claudia es una mujer inteligente, con experiencia en el servicio público y en la docencia, sin problemas para articular sus ideas. Corre la versión de que cuenta con un sólido grupo de apoyo en la UNAM para preparar su programa de gobierno 24-30, de manera que propuestas novedosas no le faltarán.

La jefa de Gobierno de la CDMX ha estado jugando el papel de la corcholata más fiel, la que repite en las tardes lo que el presidente dice en las mañanas, sin importar que sean grandes disparates. Pero Claudia tiene una característica que la diferencia de las otras corcholatas y del presidente mismo: hizo su carrea política fuera del PRI, lo que es algo inusitado en Morena. AMLO, Ebrard, Adán Augusto y Monreal tienen formación genética tricolor y se les nota.

Claudia tiene, a diferencia de AMLO, interés real, personal, en aspectos relevantes de la agenda internacional de la izquierda, como el cuidado del medio ambiente, la innovación tecnológica, los derechos para todos. Añado que está libre de obsesiones mesiánicas. Claro que una cosa es debatir con lógica y certidumbre y otra, distinta, tener carisma y generar entusiasmo. Está trabajando para parecer, cómo decirles, más humana.

Marcelo Ebrard tiene incluso más experiencia y no dejaría pasar la oportunidad de demostrar que sí tiene espolones para gallo y que esta vez no piensa declinar. Empezó en las grandes ligas de la política desde chamaco y se formó al lado de una de las mejores mentes del priismo, Manuel Camacho. Marcelo es pragmático y puede sacarle agua hasta las piedras. Tiene buena memoria y conoce el valor de los detalles. Que no se haya derrumbado a pesar de ser el canciller de un gobierno como el de AMLO que tiene una política exterior desorbitada habla bien de su capacidad de sobrevivencia

Adán Augusto López no tiene una formación académica para presumirle a nadie, pero está listo para aprovechar cualquier tropiezo de sus rivales. Su principal cualidad es que puede cuidarle bien las espaldas de AMLO y su familia que después del 2024 necesitarán toda la ayuda posible pues deben muchas más las que se acumulen esta semana.

Y mientras el presidente y sus corcholatas están de lleno en su campaña permanente me pregunto qué hace la oposición. ¿Usted lo sabe? Yo tampoco.

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