I PARTE
K.M. Seethi
Figura prominente en la esfera intelectual izquierdista rusa, distinguido científico social y prolífico escritor político, Kagarlitsky fue arrestado el 25 de julio acusado de «actos de terrorismo» por el gobierno de Vladimir Putin.
En el complejo escenario de la Rusia contemporánea, la vida social se ha convertido en un caldero desafiante de ideas, disidencia y resistencia. Bajo el régimen del presidente Vladimir Putin, los círculos intelectuales rusos atraviesan un camino peligroso, marcado por un delicado equilibrio entre la autoexpresión y el control del estado.
Han pasado varias semanas desde que Boris Kagarlitsky, una figura prominente en la esfera intelectual de izquierda rusa, un distinguido científico social y prolífico escritor político, fuese arrestado. El 25 de julio tuvo lugar un inesperado giro de los acontecimientos para Kagarlitsky cuando fue arrestado a toda prisa y transportado a más de 1.000 kilómetros de Moscú a Syktyvkar, en la República de Komi.
El mismo día, un tribunal local dictaminó detenerlo por un período de dos meses, por acusaciones relacionadas con su supuesto apoyo a «actos de terrorismo». Las posibles consecuencias de esta situación son graves, ya que un veredicto de culpabilidad del tribunal podría condenar a Kagarlitsky a una sentencia de prisión de hasta siete años.
Compromiso inquebrantable con el activismo
Para Kagarlitsky, este no es el primer encarcelamiento. Allá por 1982 se enfrentó a un momento difícil cuando fue encarcelado debido a su asociación con un grupo de «Jóvenes Socialistas» que criticaban abiertamente el liderazgo burocrático soviético. A pesar de este revés, Kagarlitsky siguió profundamente involucrado en la esfera política, particularmente durante la era de la Perestroika de Gorbachov. A lo largo de estos años, emprendió un viaje paralelo, produciendo obras intelectualmente estimulantes que profundizaron en intrincados asuntos sociales y políticos. Durante las tres décadas y media siguientes, su producción literaria prosperó, lo que resultó en una multitud de libros y ensayos influyentes, que han hecho contribuciones significativas sobre estos temas críticos.
Kagarlitsky fue profesor en la Escuela de Ciencias Sociales y Económicas de Moscú y editor del influyente medio de comunicación de izquierda Rabkor. La carrera académica de Kagarlitsky comenzó con un enfoque en la crítica teatral, pero su participación en actividades disidentes lo llevó a su expulsión en 1980. Fue editor de la «revista samizdat Levy Povorot» y fue arrestado por cargos «antisoviéticos», siendo liberado en 1983.
Durante la perestroika de Mijaíl Gorbachov, Kagarlitsky reanudó sus estudios y se involucró en el activismo político. Desempeñó un papel clave en varias organizaciones políticas, incluyendo el Frente Popular de Moscú, el Soviet de la Ciudad de Moscú y el Partido Socialista (URSS), y cofundó el Partido del Trabajo (Rusia) en 1992. En 1993, Kagarlitsky fue arrestado de nuevo por oponerse al presidente Boris Yeltsin durante la crisis constitucional, pero fue puesto en libertad por las protestas internacionales. Su puesto de trabajo y el Soviet de la ciudad de Moscú desaparecieron a finales de ese año bajo la nueva constitución de Yeltsin.
De 1994 a 2002, trabajó como investigador sénior en el Instituto de Estudios Políticos Comparados de la Academia Rusa de Ciencias y obtuvo su doctorado en 1995 por su tesis sobre «Acción colectiva y políticas laborales en Rusia en los años 90». También ha colaborado con el Instituto de Estudios de Globalización y Movimientos Sociales, el Instituto Transnacional, etc.
El libro Thinking Reed le valió a Kagarlitsky el prestigioso Premio Isaac Deutscher. Amplió su influencia a nivel internacional con obras como Dialectics of Change y A Farewell To Perestroika, inicialmente en inglés y más tarde traducidas al japonés y al turco. Square Wheels, entre muchas otras obras, también tuvo un amplio número de lectores. Más tarde ejerció como profesor en la Escuela de Ciencias Sociales y Económicas de Moscú, enriqueciendo la academia con sus ideas.
Últimamente, el compromiso inquebrantable de Kagarlitsky con el activismo ha pasado factura en su vida personal, como ejemplarizan sus inoportunos arrestos y repetidas sanciones legales. Su dedicación inquebrantable a los principios democráticos le ha conducido a tomar medidas audaces. En 2020, organizó una manifestación para oponerse a los cambios constitucionales que podrían permitir al presidente Putin lograr un quinto mandato en el cargo. Del mismo modo, en 2021, utilizó las redes sociales para movilizar apoyo a las protestas contra el presunto fraude electoral. Estas acciones llamaron la atención de las autoridades, lo que resultó en repercusiones legales para Kagarlitsky.
En 2022, Kagarlitsky se enfrentó a otro obstáculo desalentador, ya que fue etiquetado oficialmente como un «agente extranjero». Esta designación, que tiene importantes implicaciones legales, complicó la capacidad de expresar libremente sus puntos de vista. Fue consecuencia de su firme postura internacionalista sobre la guerra de Rusia contra Ucrania, una posición que ha provocado la Ira de las autoridades. Sorprendentemente, a pesar de las crecientes adversidades, Kagarlitsky demostró una resistencia constante. Decidió no abandonar el país y, lo que es más notable, se negó a retirarse de la escena pública. Su determinación en continuar su trabajo y su actitud frente a tales desafíos son una poderosa prueba de su firme compromiso.
Los escritos de Kagarlitsky han desempeñado un papel fundamental en la configuración del desarrollo intelectual de las sucesivas generaciones de jóvenes comunistas e izquierdistas rusos. Sus contribuciones académicas son un potente contrapeso a la influencia duradera del «marxismo oficial» estalinista tardo soviético. Sin embargo, la dedicación de Kagarlitsky a su causa trasciende el ámbito de la escritura. Ofreció constantemente apoyo intelectual a otros activistas de izquierda, ofreciendo su experiencia siempre que la ocasión lo exigía. Su compromiso superó los límites de las actividades académicas, ya que rara vez ha rechazado las oportunidades de participar en el debate intelectual en varias conferencias y reuniones de izquierda.
El 21 de marzo de 2023, Kagarlitsky escribió sobre la guerra de Ucrania:
«Durante muchos años, he criticado las políticas occidentales hacia Ucrania y los mitos de los medios de comunicación al respecto. Pero hoy en día, tanto Ucrania como Rusia se enfrentan a desafíos nuevos y complejos. El régimen ruso ha pasado de un autoritarismo moderado a un sistema más totalitario. Es crucial no confundir la política ucraniana con la guerra en curso… Ucrania tiene sus problemas, incluida la controvertida legislación lingüística y las problemáticas políticas hacia el Donbas. Se han producido violaciones de los derechos humanos de ambas partes desde el conflicto de 2014. Sin embargo, estos problemas no pueden justificar la invasión masiva del territorio ucraniano por parte de Rusia. Los esfuerzos para racionalizar la decisión del Kremlin como una defensa de los intereses de Rusia carecen de credibilidad y no aguantan la crítica».