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El “todo vale”sustituye a la transición energética

Kurt Stenger

Debido a la agitación de los mercados de materias primas, la protección del clima está quedando fuera de la atención política. Incluso el carbón y la energía nuclear vuelven a ser populares.

En caso de duda, la seguridad del suministro es más importante que la prevención del cambio climático. Lo que suena a excusas de políticos conservadores y grupos de presión económicos de los años 90 es una cita de hace pocos días de Robert Habeck, ministro de Economía de Alemania. «El pragmatismo tiene que vencer cualquier determinación política», dijo el anterior dirigente de Los Verdes a la radio pública Deutschlandfunk.

Las declaraciones son sorprendentes, ya que Habeck recurre al antiguo argumento estándar para torpedear o al menos frenar la protección del medio ambiente y la transición energética. Los ecologistas, los científicos y también los políticos de los Verdes han refutado repetidamente la afirmación de que la ampliación de las energías renovables con un abandono simultáneo de la energía nuclear y el carbón provocaría apagones. La realidad les ha dado la razón. Pero ahora, si hay que creer al ministro de Economía Habeck, esto ya no valdría. Incluso no quiere descartar que se prolonguen los plazos de funcionamiento de las centrales eléctricas de carbón, conocidas por ser las que expulsan el peor CO2. Hace solo unas semanas, lo único que se debatía era cuántos años debía adelantarse la retirada progresiva. Ahora se debe dar paso al «pragmatismo» de Habeck.

Bijan Djir-Sarai, el designado secretario general del FDP, lo expresa de forma más concreta. Al parecer, ha notado que gran parte de las importaciones de hulla también proceden de Rusia. Por ello, aboga por que se estudie «urgentemente» una utilización del lignito durante más tiempo. Las consecuencias de la guerra de Ucrania dificultan mucho las soluciones ideales para la eliminación progresiva. El presidente en funciones de la CDU, Andreas Jung, está abierto, por otra parte, a la prolongación de la vida útil de las centrales nucleares con vistas a asegurar el suministro. «Estamos dispuestos a hablar con el gobierno federal sobre todo lo que considere necesario en esta situación de crisis», dijo Jung.

Lo sorprendente del debate es que una interrupción del suministro de gas por parte de Rusia o un boicot del suministro por parte de Europa es extremadamente improbable debido a las dependencias mutuas. Las importaciones de gas también han funcionado como de costumbre desde el comienzo de la guerra. Los precios extremadamente altos están más relacionados con una incertidumbre general, alimentada por las declaraciones de los políticos o los economistas sobre el peligro del aseguramiento del suministro. Y esto también lo han visto hasta los que suelen ser tan fríos en sus cálculos. Los analistas revelan que en los mercados energéticos reina un ambiente de pánico. En la bolsa de energía de Leipzig, EEX, los precios del gas para entrega al día siguiente están saltando de máximo en máximo. «No tiene nada que ver con los flujos reales de gas, sino que se basa puramente en los temores», explica Heiko Lohmann, del servicio de información energética Energate.

La incertidumbre, unida a la exorbitante subida de los precios, tiene consecuencias: De los programas electorales de los partidos con representación en el Bundestag, elaborados tan solo hace unos meses, solo el de la AfD había declarado que la prevención del cambio climático era una cuestión secundaria y que más energía nuclear y de carbón es lo que tiene que estar a la orden del día. Mientras tanto, esto se ha trasladado al centro de la sociedad: según una encuesta del portal de comparativas Verivox, el 40% está actualmente a favor de una mayor vida útil de las centrales nucleares, y en el caso de las centrales de carbón la cifra llega al 42%. La razón que se aduce es la esperanza de que los precios de la electricidad sean más bajos. Aunque la encuesta no es representativa y la clientela de Verivox no refleja un perfil del todo representativo de la sociedad, da una indicación del clima del país, que tradicionalmente tenía una fuerte aversión a la energía nuclear.

Se vislumbran posibles cuellos de botella en el suministro, dado el caso, de gas natural. Pero este combustible desempeña un papel secundario en el suministro de electricidad del país. El año pasado representó el 15%. La prolongación de los tiempos de funcionamiento del carbón y de la energía nuclear sustituiría, en todo caso a largo plazo, a las centrales de gas, pero esto también podría conseguirse con una ampliación más rápida de las energías renovables. Esto también tendría la ventaja de que la electricidad procedente del viento y el sol es desde hace tiempo la forma más barata de producción. El hecho de que esto apenas haya tenido efecto en los precios hasta ahora se debe a las condiciones del mercado: El precio al por mayor se basa en la central eléctrica más cara, actualmente las de gas. Por tanto, en el sector de la electricidad tenemos actualmente un problema de fijación de precios, pero los políticos hasta ahora no se han atrevido a abordarlo.

A diferencia de la electricidad, el gas natural desempeña un papel importante en Alemania, no solo en los procesos de la industria química, sino también en la calefacción. En cuanto a la seguridad del suministro, ahora está pasando factura el hecho de que este sector haya estado especialmente descuidado durante muchos años en la transición energética de la política climática. Aislamiento térmico de los edificios para reducir masivamente el consumo, sistemas de calefacción basados en energías renovables, promoción de plantas de biogás… todo esto apenas se promovió.

Pero también en el sector de la electricidad, el ritmo de la transición energética fue pausado: un nuevo aerogenerador por aquí, unos cuantos tejados solares por allá, y muchos proyectos que los políticos locales prefirieron abandonar debido a la oposición local, mayoritariamente de derechas. Aunque las energías renovables cubren ahora aproximadamente la mitad de la demanda de electricidad, podría ser mucho más. Una cuota del 100% ya es «técnicamente posible y económicamente eficiente», como dice Claudia Kemfert, del DIW (Instituto Alemán de Investigación Económica) de Berlín. Un estudio del Energy Watch Group del año pasado también llegó a la conclusión de que Alemania podría abastecerse ya de forma «completa, fiable y económica» con energías renovables en todos los sectores energéticos para 2030. Según el director del estudio, Thure Traber, son «los obstáculos normativos, políticos y de infraestructuras especialmente los que impiden el rápido desarrollo de un sistema energético libre de emisiones en Alemania».

En consecuencia, solo la política puede solucionar el problema, lo que también es obvio a la vista de la actual crisis de los precios de la energía. Pero la política parece ir exactamente en la dirección contraria, sacrificando la transición energética al “todo vale” y apostando por más energía nuclear y de carbón. A pesar de toda la incertidumbre, la población muestra más sensatez: en la encuesta de Verivox, el 80 por ciento dijo que el cambio a las energías renovables debería acelerarse en vista de la guerra en Ucrania.

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