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Razones

Las revelaciones de Kushner

Jorge Fernández Menéndez

El libro que en los próximos días publicará Jared Kushner, el yerno y para muchos principales asesores de asesor de Donald Trump, sobre su paso por la Casa Blanca no devela nada demasiado nuevo respecto a la controvertida relación que mantuvieron los gobiernos de Peña Nieto y López Obrador con el ex mandatario estadounidense, pero además de permitir ver las cosas con un prisma diferente, lo que logra es poner en contexto muchos episodios (y personajes) recientes de la relación con Estados Unidos.

En primer lugar, confirma que, como había dicho Trump en varias oportunidades, su gobierno “dobló” (esa es la palabra que usan tanto Trump como Kushner), al de López Obrador en el tema migratorio con las amenazas de aranceles. Muchas veces hemos dicho aquí que garantizar la seguridad en las fronteras no es sólo consecuencia de las presiones externas sino también una exigencia de seguridad nacional: ningún país la puede garantizar sin un control de sus fronteras, y evidentemente el de la frontera sur se había perdido, así como el de considerables tramos del norte.

Pero cuando se lee el relato pormenorizado de lo sucedido, por lo menos como lo cuenta el yerno de Trump, es evidente que el gobierno de López Obrador no lo hizo por esa convicción sino porque se lo impusieron y la verdad es que no pareciera que a la Casa Blanca les hubiera costado mucho. La amenaza de subir aranceles fue suficiente. La impresión es que en Palacio Nacional le tenían un poco más que respeto a Trump, casi miedo, y se allanaron a su exigencia que tendría que haber sido una decisión, ahora que la palabra está nuevamente de moda, soberana de México: nadie tendría que exigirle a nuestro gobierno que controlara nuestras fronteras.

De lo que escribe Kushner se desprende que la relación con Marcelo Ebrard fue buena, pero no hay comparación con los juicios que hace de Luis Videgaray, secretario de Hacienda y luego canciller en el gobierno de Peña Nieto. Una relación que, cuenta Kushner, se inició bastante antes de las elecciones de 2016 y que se plasmó rápidamente por la convicción que tenía Videgaray de que, sin duda, el triunfador en esos comicios sería Trump. De esa relación Kushner-Videgaray, nació la controvertida visita de Trump a Los Pinos, en agosto de 2016, en plena campaña electoral, que le terminó costando el cargo de secretario de Hacienda a Luis Videgaray, para catapultarlo a la cancillería con Trump en la presidencia. Fue tan estrecha la relación, que el día del triunfo electoral de Trump, una de las pocas llamadas que hizo Kushner fue a Videgaray para agradecerle “su apuesta”.

Fue entonces cuando comienza la renegociación del TLC y el trabajo entre Videgaray y Kushner para convencer al presidente Trump de construir un nuevo tratado y luego ratificarlo. Trump amenazaba con desconocer el TLC y retirarse del mismo. Videgaray, dice Kushner lo llamó para decirle que para México eso sería la muerte pero que Estados Unidos perdería un ojo y un brazo. Según cuenta Kushner el trabajo con Videgaray (y con Ildefonso Guajardo como negociador) para establecer el nuevo tratado fue notable y realizado mano a mano, jalonado con algún brindis con tequila y luego con un malbec argentino la noche de la firma del acuerdo en la cumbre del G-20 en Buenos Aires.

En el texto se desprende también el poco aprecio que tenía del que fue designado por el presidente López Obrador como su representante en el proceso de negociación, Jesús Seade, actual embajador de México en China, después de un fugaz paso por la cancillería donde nunca logró establecer una relación siquiera fluida con Ebrard, mucho menos con Estados Unidos como subsecretario para América del Norte. Kushner incluso se burla de Seade cuando en uno de los capítulos finales de la negociación propuso que el TMEC tuviera un periodo de cancelación de 12 años cuando estaba estipulado en 16 años. Le tuvieron que convencer de que reducir el periodo era en contra de los intereses de México. Si nos atenemos a lo publicado, no veo que Seade vaya a ser de mucha ayuda en la actual controversia sobre el TMEC, menos aún con sus relaciones con China.

También se entiende porqué Videgaray, incluso terminada la administración Peña Nieto, mantuvo interlocución y peso con la Casa Blanca y porqué pese a que muchas veces se habló de procesarlo en la administración López Obrador, sin exhibir pruebas, eso nunca se llevó a cabo. Ni se llevará.

Por otra parte, llama la atención la forma en que el presidente López Obrador trata a la administración Biden respecto al trato que tuvo con la de Trump. Según cuenta Kushner, una y otra vez Trump intervino y presionó al gobierno mexicano con distintos temas, sobre todo el migratorio, pero jamás se les hubiera ocurrido en Palacio Nacional enviarle a Trump una carta como la que envió López Obrador a Biden esta misma semana. O tener un desaire como se han tenido con altos funcionarios de la Casa Blanca, y que jamás tuvieron, por ejemplo, con Kushner. Es, por supuesto, la versión de Kushner, pero si se cruza con otros libros del periodo Trump, publicados en Estados Unidos, como los de Bob Woodward, veremos que esa versión no parece demasiado alejada de la realidad.

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