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No sabe con quién se está metiendo

Letras Desnudas

Mario Caballero

Una de dos. O Marcelo Ebrard está desesperado por alcanzar la candidatura presidencial de Morena, tanto que no le está importando sumar a su proyecto a gente desprestigiada para que lo ayude a posicionarse en los diferentes estados de la República, o está siendo vilmente engañado por esta misma gente.

Si se trata de lo primero, podría entenderse. Pues tal como se encuentra de conmocionada la situación política del país, en la que todos se están dando hasta con la cubeta, era de esperarse el nerviosismo que evidentemente hay en todos los aspirantes a dicha candidatura. Sobre todo, cuando es clara la preferencia que el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene todavía por Claudia Sheinbaum.

Pero si es lo segundo, habla mucho de su falta de tacto político y de su capacidad para ver más allá de las simples apariencias. Ingenuidad, le llaman. Porque a todo esto, ¿qué podría aportarle Juan Sabines Guerrero a su proyecto, por ejemplo? Tal parece que le están vendiendo espejitos.

MARCELO

Es claro que Marcelo Ebrard es una de las mejores cartas para relevar al presidente en 2024. Su trayectoria política y prestigio ante la sociedad son indiscutibles.

De todo el gabinete del presidente AMLO, Ebrard es quizá el político más formado, de mayor experiencia en la administración, con una fuerte imagen política y, no poca cosa, de los más leales.

Ingresó a la vida pública a mediados de los años ochenta, y para 1992 era secretario general de gobierno del regente del entonces Distrito Federal, Manuel Camacho Solís, y en 1997 fue elegido diputado federal. Con López Obrador en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, saltó como secretario de Seguridad Pública, logrando disminuir los delitos en 9.2%.

En 2006, se convirtió en Jefe de Gobierno, siendo el primero en cubrir todo el periodo al frente de la Ciudad de México. Su mandato fue uno de los más reconocidos de los últimos años. En 2010 fue galardonado como el Mejor Alcalde del Mundo por la Fundación City Majors y en 2012 fue nombrado presidente de la red global de Ciudades Seguras por el programa ONU-Hábitat.

Como actual secretario de Relaciones Exteriores, encabezó una misión casi imposible al coordinar los esfuerzos nacionales para llegar a un acuerdo con Donald Trump, quien cuando fue presidente de Estados Unidos amenazó a México con medidas arancelarias si no frenaba el flujo migratorio a su país. Lo logró. Y con ello evitó que el gobierno mexicano enfrentara una crisis económica.

Así también ha sacado triunfalmente muchos de los proyectos y programas del Gobierno Federal, como la vacunación anticovid.

CON SABINES: A LA BASURA

Hoy, sin embargo, al relacionarse con personajes como Juan Sabines Guerrero podría tirar todo su prestigio a la basura.

Si Sabines le vendió la idea de que puede posicionarlo en Chiapas, ya que éste asumió como coordinador distrital de su proyecto en el estado, lo está engañando.

En primer lugar, Juan Sabines es mal visto en Chiapas. Nadie lo quiere. Sus solas publicaciones en las redes sociales o en ciertos medios de comunicación locales provocan indignación y una ola de reclamos por la multitud de vejaciones, corrupción y fraudes que cometió tras su execrable paso por el Gobierno del Estado.

Ahí la razón de que desde diciembre de 2012 no haya puesto un pie en la entidad. Le teme a ser recriminado por la sociedad a la que defraudó y que nada más utilizó para llenarse los bolsillos y saciar su hambre de poder. Dijo que su administración honraría el legado de su supuesto padre, don Juan Sabines Gutiérrez, pero terminó hasta mancillando la buena reputación de esa respetable familia que mucho orgullo le ha dado a Chiapas.

Dicho esto, ¿cómo puede Ebrard confiar en que Juan Sabines puede impulsar su proyecto en Chiapas si ni siquiera puede mostrarse públicamente en el estado? Y lo mismo puede decirse de sus esbirros, todos considerados como oportunistas y corruptos.

Por otro lado, ¿qué imagen puede proyectar Marcelo Ebrard al tener a Sabines entre sus principales operadores políticos?

Por eso preguntaba al inicio si estaba siendo engañado por la misma gente en la que ha puesto su confianza.

Como ya hemos mencionado en este mismo espacio: Juan Sabines es el gobernador más bellaco y corrupto que ha tenido Chiapas en la historia.

Heredó una deuda pública por más de 20 mil 386 millones de pesos y dejó otra similar con diferentes proveedores del gobierno, para alcanzar una cifra de casi 40 mil millones, deuda que los chiapanecos terminarán de pagar hasta el 2036.

No es todo. Bursatilizó 5 mil millones de pesos del erario, realizó millonarias obras inútiles como las Ciudades Rurales Sustentables y el proyecto de Biodiesel, que hoy están abandonadas; gastó cientos de millones de pesos en la promoción de su imagen, ya que en sus sueños guajiros creía que podía ser presidente de la República tras la salida de Felipe Calderón; le vendió a Ricardo Salinas Pliego la Torre Chiapas, que fue construida con recursos públicos, y sólo a este empresario le pagó, entre 2007 y 2012, más de mil 129 millones de pesos por el concepto de “publicidad integrada” (difusión gubernamental disfrazada de información y espectáculo).

No nos olvidemos que durante ese periodo le lanzó a Marcelo Ebrard una campaña de desprestigio, pagado con dinero del pueblo, en aras de ser candidato presidencial. Es decir, quiso jugar a las vencidas con el que ahora dice respaldar.

¿Esa es la imagen que el canciller le quiere dar a los chiapanecos como aspirante a la Presidencia? ¿La de un protector de corruptos y saqueadores? ¿La de un precandidato que de ganar la elección gobernará con ellos?

LO ESTÁ UTILIZANDO

Marcelo Ebrard haría bien al hacerle caso al viejo adagio de “dime con quién andas y te diré quién eres”. Porque “el que con lobos anda, a aullar aprende”.

El canciller está tan experimentado como para dejarse llevar por las apariencias. Juan Sabines no es el operador político que necesita para posicionarse entre los electores chiapanecos, sino un político que le debe muchas cuentas a la justicia, que tiene auditorías federales abiertas, que debe comprobaciones de la Cuenta Pública, que dejó quebrado al Isstech, que desapareció los fondos de retiro de los trabajadores, etcétera.

Lo mejor que podría hacer es deslindarse de él y entender que sólo lo está utilizando para seguir disfrutando de impunidad.

Si en verdad quiere ganarse la aprobación de los chiapanecos, él mismo debería pedir que Juan Sabines sea llamado a rendirle cuentas a la justicia.

PARA MAGDALENA

Para el colmo, otro oportunista que quiere colgarse de Marcelo Ebrard es Salvatore Constanzo Ceballos, regidor por Tuxtla Gutiérrez, quien en días recientes celebró su cumpleaños dando una majestuosa fiesta por el rumbo del Club Campestre. Con este ágape “fifí”, como lo calificaría el presidente López Obrador, quiso demostrar que es un político de altos vuelos cuando todo mundo sabe que es regidor por pura chiripa, que carece de prestigio y que si está con Morena es por mero interés. Sin embargo, aprovechó la ocasión para anunciar en las redes sociales que es representante del canciller en Chiapas, siendo que nadie lo ha nombrado. Ridículo. Como que ya es hora de que Ebrard se vaya dando cuenta de los activos que tiene en Chiapas. Si con Sabines da una imagen de protector de corruptos, con Salvatore será el hazmerreír.

@_MarioCaballero

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