• Spotify
  • Mapa Covid19

¿Ha terminado la globalización?

Michael Roberts

Aparte de la inflación y la guerra, lo que preocupa al pensamiento económico actual es el aparente fracaso de lo que a la corriente principal de la teoría económica le gusta llamar ‘globalización’. Lo que la economía convencional entiende por globalización es la expansión libre del comercio y los flujos de capital a través de las fronteras. En 2000, el FMI identificó cuatro aspectos básicos de la globalización: comercio y transacciones, movimientos de capital e inversión, migración y movimiento de personas, y la difusión del conocimiento. Todos estos componentes aparentemente aumentaron a principios de la década de 1980 como parte de la reversión ‘neoliberal’ de las políticas nacionales de macrogestión adoptadas por los gobiernos en el entorno del orden económico mundial de Bretton Woods (es decir, la hegemonía estadounidense). Lo que buscaban era derribar las barreras arancelarias, las cuotas y otras restricciones comerciales y permitir que las multinacionales comerciasen ‘libremente’, deslocalizando sus inversiones en el extranjero a zonas de mano de obra barata para aumentar la rentabilidad. Esto, se aseguraba, conduciría a la expansión global y al desarrollo armonioso de las fuerzas productivas y los recursos del mundo.

No había nada nuevo en este fenómeno. Ha habido períodos de mayor comercio y exportación de capital desde que el capitalismo se convirtió en el modo de producción dominante en las principales economías a mediados del siglo XIX. En 1848, los autores del Manifiesto Comunista señalaron el creciente nivel de interdependencia nacional provocado por el capitalismo y predijeron el carácter universal de la sociedad mundial moderna: “Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente (…) En lugar del antiguo aislamiento y la amargura de las regiones y naciones, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones”.

De hecho, podemos distinguir períodos anteriores de ‘globalización’. Hubo un período de 1850 a 1870 en el que el comercio y la inversión se expandieron considerablemente en Europa y Estados Unidos (después de la guerra civil), bajo los auspicios de la hegemonía británica. La depresión de la década de 1870 a 1890 vio el final de esa ola. Pero otra ola de expansión global tuvo lugar en la década de 1890 hasta la Primera Guerra Mundial, cuando las nuevas potencias capitalistas usurparon la hegemonía británica. Ninguna potencia estableció su hegemonía y esa ola de globalización fue detenida en seco por la guerra mundial y continuó revirtiéndose durante la Gran Depresión de la década de 1930 y hasta la Segunda Guerra Mundial. Luego hubo una nueva ola de expansión global bajo Bretton Woods y la hegemonía estadounidense, antes de que la crisis de rentabilidad de la década de 1970 condujera a recesiones y crisis. Desde mediados de los 80 y hasta los 90, tuvo lugar la mayor expansión de comercio e inversión transfronteriza en la historia dedel capitalismo, cuando el capitalismo de EEUU y europeo extendieron sus alas más aun y China se integró en los mercados globales manufactureros y comerciales.

De hecho, según la Organización Mundial del Comercio, un indicador clave de la ‘globalización’, la relación entre las exportaciones mundiales y el PIB mundial, se mantuvo estable entre 1870 y la Primera Guerra Mundial, cayó casi un 40% en el período de entreguerras; aumentó un 50% entre 1950 y 1970; luego se estancó hasta la década de 1990, despegando hasta la Gran Recesión de 2009; después de lo cual, en la Gran Depresión de la década de 2010, la proporción cayó alrededor de un 12 %, una disminución que no se veía desde la década de 1970.

Por supuesto, la teoría económica marxista podría haber revelado este resultado de la globalización. La ‘teoría deductiva’ de la ventaja comparativa de David Ricardo siempre ha sido demostrablemente falsa. Bajo el capitalismo, con mercados abiertos, las economías más eficientes se harán con cuotas de comercio de las menos eficientes. Por lo tanto, los desequilibrios comerciales y de capital no tienden hacia el equilibrio y la compensación a largo plazo. Por el contrario, los países tienen enormes déficits y superávits comerciales durante largos períodos, tienen crisis monetarias recurrentes y los trabajadores pierden puestos de trabajo ante la competencia del exterior sin conseguir nuevos puestos en sectores más competitivos (ver Carchedi, Frontiers of Political Economy p282).  No son las ventajas comparativas ni los costes los que impulsan las ganancias comerciales, sino los costes absolutos (en otras palabras, la rentabilidad relativa). Si los costes laborales chinos son mucho más bajos que los costes laborales de las empresas estadounidenses, entonces China ganará cuotas de mercado, incluso si Estados Unidos tiene alguna de las llamadas “ventajas comparativas” en diseño o innovación. Lo realmente decisivo es el nivel de productividad y crecimiento de una economía y el coste de la mano de obra.

Contrariamente a las opiniones de la corriente económica principal, el capitalismo no puede expandirse en un desarrollo armonioso y equilibrado en todo el mundo. Por el contrario, el capitalismo es un sistema plagado de contradicciones generadas por la ley del valor y el afán de lucro. Una de esas contradicciones es la ley del desarrollo desigual bajo el capitalismo: algunas economías nacionales competidoras funcionan mejor que otras. Y cuando las cosas se ponen difíciles, los más fuertes empiezan a comerse a los más débiles. Como dijo una vez Marx, “los capitalistas son como hermanos hostiles que se reparten el botín del trabajo de los demás”.   (Teorías de la Plusvalía Vol 2. p29). A veces los hermanos son fraternos y la globalización se expande como a fines del siglo XX; a veces son hostiles y la globalización se desvanece, como en el siglo XXI siglo.

Para la teoría marxista, globalización es ante todo sinónimo de la expansión del imperialismo.  El siglo XX comenzó con el capitalismo mundial cada vez más dividido entre un bloque imperialista y el resto, siendo estos últimos incapaces (con muy pocas excepciones) de cerrar la brecha con las economías más avanzadas en los siguientes 100 años.  En el siglo XXI, el control del imperialismo permanece y si las economías imperialistas comienzan a luchar por la rentabilidad como ahora, entonces comienzan a luchar y no cooperar, sentando las bases para el conflicto y la división.

Incluso la corriente económica principal es consciente ahora de que el libre comercio y la libre circulación de capitales que se aceleraron a nivel mundial en los últimos 30 años no han generado ganancias para todos, contrariamente a la teoría económica dominante de la ventaja comparativa y la competencia. Lejos de que la globalización y el libre comercio conduzcan a un aumento de los ingresos para todos, con la libre circulación de capitales propiedad de las transnacionales y el libre comercio sin aranceles ni restricciones, los grandes capitales eficientes han triunfado a costa de los más débiles e ineficientes y los trabajadores de esos sectores reciben el golpe. En lugar de un desarrollo armonioso e igualitario, la globalización ha aumentado la desigualdad de riqueza e ingresos, tanto entre las naciones como dentro de las economías, a medida que las corporaciones transnacionales trasladan sus actividades a zonas con mano de obra más barata e incorporan nuevas tecnologías que requieren menos mano de obra.  

Estos resultados se deben en parte a la globalización del capital multinacional que lleva fábricas y puestos de trabajo a lo que solía llamarse el Tercer Mundo; y en parte debido a las políticas neoliberales en las economías avanzadas (es decir, la reducción del poder sindical y los derechos laborales, la precarización del trabajo y la reducción de los salarios, la privatización y la reducción de los servicios públicos, las pensiones y los beneficios sociales). Pero también se debe a colapsos o recesiones regulares y recurrentes en la producción capitalista, lo que condujo a una pérdida de ingresos familiares para la mayoría que nunca ha podido restaurarse en ninguna ‘recuperación’, particularmente desde 2009. El mundo capitalista nunca fue plano, ni siquiera a finales del siglo XX, y ciertamente es montañoso hoy.

por ejemplo, los aranceles y las medidas proteccionistas: el anatema de los teóricos de la globalización. Ha habido una tendencia al alza en las investigaciones sobre derechos antidumping y compensatorios en los últimos diez años (ver cuadro a continuación).

La Gran Recesión, la débil recuperación posterior a la Larga Depresión, la pandemia de COVID y ahora el conflicto entre Rusia y Ucrania, ha destruido las cadenas de suministro mundiales, bloqueado el comercio mundial y detenido los movimientos de capital.

Durante las décadas de 1990 y 2000, la corriente principal de la teoría económica (con pocas excepciones) se alineó con Ricardo y defendió los méritos intachables de la globalización. Basta leer este artículo para ver la lista de los sospechosos habituales. A pesar de las tendencias actuales, algunos expertos de la corriente económica principal aún se aferran a la opinión de que la globalización volverá. “Fue la inflación lo que ayudó a crear un nuevo entorno político a mediados del siglo XIX y en la década de 1970. A medida que los costos económicos y políticos de la inflación se hicieron más evidentes y dañinos, pareció más atractivo buscar formas de calmar las presiones inflacionarias. Sin duda, la cura desinflacionaria (más globalización y un gobierno más eficaz) fue temporalmente incómoda. Pero impulsó al mundo a aprovechar las oportunidades técnicas y geográficas que alguna vez fueron ignoradas o desatendidas. Hay, en resumen, un futuro post-conflicto que podemos esperar con cierto grado de esperanza”.

Un experto afirmó que “Finalmente, llame a esto fe ciega, pero se han oficiado las exequias de la globalización varias veces, y en cada ocasión, ha rebotado de su lecho de enferma bastante animada. Las empresas han sido ingeniosas, han apoyado la tecnología e incluso gobiernos activamente destructivos no han acabado con ella”. Es evidente que el comercio mundial y la inversión transfronteriza no van a desaparecer y seguirán creciendo (algo) a pesar de las pandemias, las guerras y las cadenas de suministro colapsadas. Pero ese no es un argumento para decir que la ola de globalización anterior no ha terminado.

El argumento es que a la crisis de rentabilidad e inflación de la década de 1970 siguió la ola de globalización de las décadas de 1980 y 1990. Y esto podría volver a suceder. No es un escenario muy convincente. La década de 2020 se parece más al período previo a la Primera Guerra Mundial, con poderes económicos rivales que luchan por obtener una parte de las ganancias (los «hermanos hostiles»). Escribiendo a fines de la década de 1880, Engels pronosticó, no una expansión global armoniosa como pensaba el líder y teórico socialdemócrata alemán Karl Kautsky, sino una mayor rivalidad entre los poderes económicos que competían que acabó en una nueva guerra europea: “las depredaciones de la Guerra de los Treinta Años (del siglo XVII) se comprimirían en tres o cuatro años y se extenderían por todo el continente… con una reubicación irremediable de nuestro sistema artificial de comercio, industria y crédito.”,(ver mi libro Engels 200 p129). No hay retorno a la expansión global de 1850-70.

.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *