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Estamos en medio de una encrucijada histórica

Plaza Cívica

Fernando Núñez De La Garza Evia

“El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos” decía el filósofo italiano Antonio Gramsci. A los que aún estamos en el mundo de los vivos nos tocará vivir, precisamente, un claroscuro histórico. Y será una época, en el mejor de los casos, turbulenta.

Los antropólogos le llaman “liminalidad”. Proviene del latín “limes”, o límite, indicando el estado físico y mental en el que se encuentra una persona cuando está en una etapa de cambio. La adolescencia, donde la persona no es un niño, pero tampoco un adulto, es un claro ejemplo. Expertos comentan que el mundo se encuentra en un estado justamente de liminalidad, desorientado ante los profundos cambios por los que atraviesa. Sin embargo, el mundo no será el único aturdido durante los siguientes años: México también lo estará.

Nunca humano alguno había vivido en tiempos tan complejos e interesantes como los que hoy vivimos. Son, verdaderamente, tiempos únicos. Porque, para comenzar, nunca habíamos vivido en un mundo con más de 8 billones de seres humanos. Porque nunca habíamos desarrollado capacidades tecnológicas tan avanzadas, como la Inteligencia Artificial (IA). Porque nunca habíamos tenido de trasfondo el calentamiento global, alterando tan aceleradamente las condiciones que hicieron posibles la vida. Y porque, como comentó el académico Samuel P. Huntington, nunca habíamos vivido al mismo tiempo en un mundo multipolar y multi-civilizacional, con distintos centros de poder mundiales en donde todas las civilizaciones –Occidente, China, Rusia, India– convivieran al mismo tiempo y tan intensamente. Y, muchas de ellas, con vastos arsenales nucleares.

México vive también un cambio de época. Si el mundo dio paso de la bipolaridad en la Guerra Fría, a la unipolaridad con la hegemonía estadounidense a uno crecientemente multipolar, México ha caminado de un régimen autoritario, a una democracia multipartidista a una de partido dominante. Es decir, una democracia debilitada. Y resulta entendible lo sucedido ante la incapacidad del régimen democrático multipartidista de entregar resultados en materia de pobreza, desigualdad e inseguridad, temas torales para la población mexicana. En este contexto, surgen dos preguntas fundamentales: ¿cuánto podrá ser rescatado de lo bien hecho por la democracia mexicana ante la creciente destrucción institucional de la llamada Cuarta Transformación? Y, sobre todo, ¿qué seguirá después de la etapa de partido dominante, la cual tendrá una vida corta ante la dependencia de Morena del liderazgo populista lopezobradorista?

Si el tambaleo del orden liberal internacional se debió en parte a su imposibilidad de incorporar a nuevos actores internacionales (China, Rusia, etc.), el debilitamiento de la democracia mexicana tuvo sus raíces en una muy deficiente representación popular. Vivimos los tiempos del dios romana Jano, quien con sus dos caras veía hacia el pasado y el futuro, el comienzo y el final. Los vivos atravesaremos un nuevo umbral de la historia, y solo podemos adivinar lo que nos espera del otro lado del portal.

@FernandoNGE

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